La escena sucedió hace una semana atrás y ejemplifica lo problemática que se vive en Colón con respecto al robo o hurto de bicicletas.
Son las 8 de la noche, el escenario elegido por el ladrón para llevar a cabo su obra es a pocos metros del Hospital Municipal por boulevard 50. Una bicicleta se encuentra asegurada a un árbol. Un joven con total maestría y ayudado de un pinza corta el cable que sujeta el pequeño vehículo y sale disparado a toda velocidad dirigiéndose por calle 13 y en contramano hacia barrio Belgrano.
El propietario de la bicicleta se da cuenta y comienza una persecución a pié. A dos cuadras un amigo pasa en un ciclomotor y ambos comienzan su peligrosa “aventura” tras el joven ladrón. El caco trata de tomar las calles a contramano y ante la cercanía de sus perseguidores abandona el botín en 54 y 9. Cansado sigue su itinerario a la carrera perdiéndose de vista de sus perseguidores. En la travesía de más de 10 cuadras, la víctima no avistó a ningún patrullero que compone la cuadricula.
El hurto o robo de bicicletas es un delito en crecimiento en la ciudad. Colón Doce calcula que solo este año se deben haber los malvivientes se deben haber apropiado de más de 200 de estos populares vehículos. No es un delito que llegue a conmover a las estadísticas policiales pero causa grandes trastornos a los que deben usarla para ir a la escuela o al trabajo, con el perjuicio económico que trae. A una sola familia que vive en un lugar céntrico, los cacos ya le “levantaron” doce bicicletas y tres ciclomotores.
En las últimas semanas además se intensifica el robo de ciclomotores.
Organización
A esta altura de las circunstancias ya nadie duda que existe una organización aceitada para “reducir” las bicicletas. En los últimos años se deben haber robado más de 2000 bicicletas. No es una cuestión de adolescentes. La policía debe llegar a este tipo de banda seguramente de “mayores” que con delitos menores, no estridentes, ni espectaculares, logran un importante rédito económico.
Algunos dicen que a cada menor que levanta una bicicleta según sea el valor le dan de 10 a 15 pesos. No es cuestión de perseguir a los levantadores. Se debe llegar al corazón de los redu- cidores.
Según las versiones circulantes en algunas ocasiones se desarman y sus principales partes podrían entrar al mercado como repuestos, en otras se pintan y se venden en nuestra ciudad. Sin embargo existe una sospecha y es que la “banda” trasladaría a las bicicletas a otras localidades para ingresarla al circuito comercial con una fachada legal.
El proyecto Municipal de dar a cada bicicleta un número, abriendo un registro, duerme el sueño de los justos. Las clases más populares siguen sufriendo el accionar de estas bandas que perjudica su ya ajustada economía.
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