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05/07/2007
Educación

La violencia escolar sigue en aumento


Una realidad que nos supera Las peleas en las escuelas. Una chica con un golpe en la cabeza. Siete alumnos ingresaron petacas con bebidas alcohólicas para tomar en el recreo. Docentes aterrados. Es hora de lograr una correcta contención...


En los últimos meses existen datos que llegan a Colón Doce a través de los lectores que nos informan sobre una violencia escolar que preocupa. En estos casos, los “opinologos” no pueden tener el “verso” de la derecha fascista argentina que argumenta que habrá menos delitos si aumentamos las penas, bajamos la edad imputabilidad y saturamos las calles de policías.


La problemática de la violencia escolar nos obliga a trabajar en la génesis de la conducta y nuevamente acomodar la alteración de los valores que sufrimos para volver a los que nos “robaron” una educación como valor fundamental en la vida de los argentinos y que sea herramienta de vida, trabajo y libertad.


Los ejemplos de violencia escolar son muchos y enunciamos algunos para no esconder la “mugre” bajo la alfombra, sabiendo que para solucionar un problema de estas características la sociedad primero lo debe conocer.


Dos alumnas se pelean en el interior de la escuela. La escena de lucha libre finaliza con fuerte golpe en la cabeza de una de las adolescentes. El motivo es un amor de adolescente. Al terminar las clases del día la alumna se retira a su casa. La madre observa que al despertar a la mañana tiene una especie de convulsión y es llevada para ser atendida en el Hospital Municipal.


En un primer momento se pensó que tenía un coagulo en la cabeza. Sin embargo la situación pudo ser manejada y se evitó cualquier consecuencia no querida. En un establecimiento escolar los docentes encuentran escondidas petacas conteniendo bebidas alcohólicas. Los responsables son alumnos de 14 años. Cuatro varones y tres mujeres. Las botellitas fueron ingresadas al edificio y se escondieron.


El objetivo era ser bebidas en los recreos. Se llama a una reunión de padres y solamente concurren uno o dos. La cadena de responsabilidad es muy larga y alcanza a los comerciantes que vendieron la mercadería “prohibida” a los menores, a nosotros los padres, y a los “malos” docentes que viven con el reglamento en la mano para lograr “una rabona”.


En otro incidente, varios compañeros manosean a una alumna en los baños del establecimiento. Son apenas chicos de diez años. Colón Doce durante una semana concurrió a observar a los chicos salir de los establecimientos escolares y pudimos ver riñas, peleas, (la mayoría entre mujeres) molestia a los vecinos con griterios y palabrotas y hasta algún destrozo por la calle.


La realidad de nuestra sociedad nos indica que la escuela no es la “isla” en el medio de aguas calmas. Es la consecuencia de una sociedad cada vez más fragmentada. Las agresiones en las escuelas no están aisladas de un fuerte y violento contexto social Solamente debemos recordar que Colón es uno de los distritos que tiene más denuncias judiciales tiene por el delito de amenazas.


También podemos describir las escenas surrealistas a la salida de la confitería de Ruta 8 y calle 46 donde se juntan jóvenes que pelean, con otros que no pueden caminar por la acción de las bebidas alcoholicas, picadas de autos, gritos y bocinazos.

La realidad nos golpea


Solamente deberíamos hablar con los remiseros para que nos cuenten sus peripecias en las madrugadas de los días festivos y donde existen casos extremos donde debieron ayudar al pasajero o la pasajera a ingresar a la casa porque los adolescentes no podían mantenerse despierto o movilizarce por sus propios medios y sin que los padres se enteraran. Estos chicos de los tumultos y problemas en los fines de semana son los mismos que los lunes concurren a la escuela. La violencia escolar es culpa de todos:


dueños de los lugares de esparcimiento bailable, padres, policías que no cumplen con su función, comerciantes que venden alcohol a menores, ciber que muestran sin filtros escenas pornográficas etc, etc, etc.


En estos casos existe una seguridad. Si todos los actores no nos ponemos a trabajar en los límites, estamos perdidos como sociedad
Ya hemos dejado olvidada la capacidad de asombro y eso es lo preocupante. Además cabe recordar que la violencia está presente en las escuelas de distintas extracciones sociales y tampoco lo “salva” que existan grados donde se seleccione a los alumnos por procedencia. Los docentes en algunos casos están aterrados, no pueden dominar a los alumnos y hasta sufren amenazas de todo tipo,


La violencia escolar está transversalizada, por la droga, el alcohol, la falta de valores, y la disgregación social. Muchos de esos males nacieron en la década más nociva que tuvo el país como fue la menemista donde la ejemplaridad era el “todo vale”.Hoy ninguna clase social escapa a esta realidad y es por eso que no se puede perder más tiempo para contener a estas nuevas generaciones y evitar criminalizarla,como pretende la derecha fascista.


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