Los policías federales venían siguiendo lo que parecía un indefenso cartonero colonense que recorría las calles llevando de tiro un carrito donde depositaba cartones, botellas y algunos metales que encontraba tirados o alguna ama de casa piadosa le alcanzaba. Sin embargo esa imagen se desvaneció en las brumas de un pasado impío. El ciruja que visitaba el Basural Municipal en busca de elementos para vender había sido un ex policía bonaerense represor.
El ahora detenido, hace treinta años y en plena juventud raptó a un matrimonio y sus dos pequeños hijos que se domiciliaban en Pergamino. En este sentido, la orden del fiscal Juan Murray fue precisa. Los agentes debían detener al ex suboficial de la policía Bonaerense Carlos Enrique Roca ( 57 años). El Fiscal nicoleño, lo acusa de haber participado en la privación ilegitima de la libertad y homicidio de Carlos Benjamín Santillan y María Cristina Lanzilloto.
También se lo acusa de apoderamiento de la vivienda que habitaban y el secuestro de los hijos del matrimonio, Jorge y Francisco Santillan.
El rapto de la familia aconteció el 17 de noviembre de 1976. En la causa también están imputados el responsable del Area 132, Subzona 13, el coronel Manuel Saint Aman y el jefe de operaciones el Mayor, Antonio Federico Bossie. Este último militar se desempeñó entre el 18 de diciembre de 1973 y el 20 de diciembre de 1976, como Capitán y Mayor en el Batallón de Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás.
Entre el año 1975 y 1976 –ya como Mayor- fue Jefe de Operaciones del Área Militar 132. El asombro no tiene fin. Uno de los “peones” de la maquinaria represiva más grande en la historia del país, recorría las calles de nuestra ciudad como mendigo en busca del sustento.
Nadie sospechaba que tras la fachada de un pacifico ciruja se escondía un capítulo de la crónica más negra que vivió el país. El cartonero Roca, conversaba con las amas de casa, iba al club de barrio a tomar unas copas y departía alegremente con los parroquianos y hasta se animaba a jugar un Tute. Sus interlo- cutores jamás sospecharon de su pasado como represor.
La sorpresa del represor
El lunes el frió era implacable. El cartonero llegó a su casa, ubicada en el barrio Rivadavia (casas de planes sociales detrás de la balanza) y trató de mitigar la baja temperatura con una estufa a leña. Hacia veinte años que se había mudado a nuestra ciudad.
La causa judicial indica que en Pergamino se había apoderado de la casa de Lanzilotto y que allí habría vivido la mujer de su primer matrimonio. Pocos años después se separarían. En Colón había vuelto a formar pareja de la cual nacieron varios hijos. Los que conocen al ex policía, indican que tendría una decena de hijos de distintas mujeres. En los últimos años trató de pasar desapercibido. Se levantaba temprano y recorría las calles tirando un carrito. El ex policía no sospechaba que las consecuencias de la historia más negra que tuvo el país lo venía a buscar a su propio aposento.
La hora marcaba las 22, los policías federales, ingresaron a la vivienda y le leyeron el acta de detención. La acusación del fiscal Murray resonaba desde el pasado buscando el escarmiento. El cartonero se sorprendió y pero se entregó mansamente. Una versión indica que lloró mientras transponía la puerta de su vivienda. Rápidamente fue subido a un patrullero y llevado a San Nicolás, donde se habría negado a declarar.
Las torturas
El cartonero colonense Carlos Enrique Roca fue detenido por delitos de lesa humanidad. Esta acusado de la desaparición forzada de María Cristina Lanzilloto de Santillán y de su esposo Carlos Benjamín Santillán, hechos ocurridos el 17 de enero de 1976 en la ciudad de Pergamino y San Nicolás.
El ex policía ahora devenido en cartonero habría participado del operativo de secuestro de Lanzilloto y sus dos hijos menores cuando cumplía funciones en Pergamino. El ex agente de la bonaerense habría ingresado a la casa de la calle Rivadavia 954 de Pergamino.
En meses posteriores el matrimonio fue visto con vida en el interior de un CED (Centro Clandestino de Detención) que funcionaba en la casa correspondiente al Subjefe de la Unidad Penal Nº. 3 de San Nicolás y que estaba dentro del predio de la Unidad y también en el centro de detención “El Ve- subio” donde fueron cruelmente torturados.
La historia se empieza a cerrar treinta años después, cuando los restos de María Cristina Lanzilloto fueron reconocidos hace un año por el Equipo Argentino de Antropología Forense y entregados a sus familiares en Santiago del Estero. El cuerpo de Lanzilloto
Pasaron más de tres décadas de angustia para que los familiares de María Cristina Lanzilloto de Santillán puedan llorar en una tumba. El hallazgo del cuerpo fue posible merced a una orden judicial que permitió la excavación en un cementerio de Avellaneda -partido de Buenos Aires- donde los militares habían enterrado a 336 personas; entre los cuales estaba Lanzilloto.
María Cristina había nacido el 22 de abril de 1947 en La Rioja. Allí vivió, estudió y se recibió de maestra. En 1965, decidió viajar a Tucumán, donde cursó la carrera de Escribanía. Durante esos años, María Cristina conoció a Carlos Benjamín Santillán, un joven bandeño que también estudiaba en la universidad. En 1974 se casaron.
Tras la boda, el matrimonio decidió viajar a Pergamino Buenos Aires. La casa estaba situada en Rivadavia 954. Allí vivían junto a María Lucila (nacida el 6 de junio de 1974) y Jorge Francisco Santillán (nacido el 3 de junio de 1975), sus dos pequeños hijos. El cartonero Roca los habría raptado el 17 de noviembre de 1976 y por este crimen está ahora preso en una comisaría de Pergamino.
Los dos hijos menores –solamente tenían uno y dos años- y fueron abandonados en la parroquia Cristo Rey del barrio de Fisherton de Rosario. En el lugar los cobijó una vecina que los crió unos meses y luego al encontrar los abuelos se los entregó.
En la actualidad es la madrina de los chicos. Los pequeños fueron criados por el abuelo Benjamín Santillán, en La Banda (Santiago del Estero).
|