Rufino Jorge Palau, célebre por una secuencia de defraudaciones perpetradas hace cuatro años en la Aduana de Rosario, tropezó con lo mismo que entonces lo llevó a prisión. Volvieron a atraparlo por dejar un tendal de víctimas con su vieja artimaña: ofrecer bienes decomisados por la aduana, cobrar jugosos anticipos por ellos y escurrirse con el dinero. Lo detuvieron efectivos de Armstrong, Santa Fe y será llevado ante la jueza en lo penal de Cañada de Gómez, Ana María Bardone, por múltiples estafas cometidas en los últimos meses. En Colón
En el 2003, el celebre Palau estafó a dos productores rurales de Hughes y Colón ( íntimos amigos) con la venta de agroquímicos que habían sido secuestrados en la Aduana de Rosario y los comercializó a muy bajo precio.
El accionar del timador no se pudo dar sin un fuerte apoyo logístico y alguien que “le diera datos” esenciales para consumar la maniobra. El hombre que estafó a empresarios y agricultores de Colón, San Nicolás, Hughes, Villa Constitución, Salta Arrecifes en el año 2005 había recuperado la libertad pagando una fianza de solamente 20 mil pesos.
Además el delincuente está imputado de ser quien estafó por 153 mil pesos a un productor agropecuario de la localidad bonaerense de Piedritas, de apellido Matiu. También se le adjudican otras estafas, todas cometidas mediante el mismo modo de operar: se hacía pasar por funcionario de la Aduana, ofrecía productos agroquí- micos y otros a bajo precio y luego se quedaba con el dinero de las personas que caían en la trampa, entre ellos un colonense.
Su ardid era impecable. Dotado de una gran simpatía, convencía a sus clientes de que tenía acceso a mercadería subastada por la Aduana. Para conseguirlo los citaba en el edificio de la avenida Belgrano y decía que operaba a través de una empresa que en realidad no existe. El estafado de Colón fue a Rosario donde le entregó parte del dinero y Palau luego nos visitó y le entregaron el dinero restante. La mercadería nunca fue remitida, y cuando el colonense se apersonó a la dirección que daba de la empresa, solo había un lote vacio.
En el 2003 se movilizaba en un superauto, un Volkswagen Passat que adquirió de segunda mano y aparentemente nunca terminó de pagar, y presentaba a una secretaria personal Mauricio Gustavo Tolosa, Juan Carlos Peralta, Marcelo Ibáñez o Juan Carlos Tolosa, o Alberto Monticelo eran los nombres que usaba alternativamente Palau para ocultar el suyo.
En nuestra ciudad y Hughes era conocido como Mauricio Gustavo Tolosa. Su secretaria usaba el nombre de Norma Vidal y tenía una credencial del Ministerio de Economía de la Nación. El día que los detuvieron circulaban juntos en un Volkswagen Gacel que pertenece a la mujer. Aún no se sabe si eran falsos o no, pero a bordo había papeles que lo acreditaban como vehículo de uso oficial supuestamente otorgados por el mismo Ministerio. La presunción es que, como todo lo demás, esos documentos eran parte del engaño para atraer clientes. Ahora nuevamente está entre rejas. Sin embargo la mejor arma que tenía no era su “pinta” y su simpatia, era la codicia de los estafados.
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