Con el correr de los minutos los estafadores pedían tarjetas telefónicas para volver a comunicarse con ellos.
La víctima debía comprar una veinte tarjetas de diez pesos y luego pasarle los números. Los delincuentes con los números en su poder, luego la negocian en el interior de las unidades penales. También la otra variante de este “cuento del tío” es señalar que la víctima tiene un familiar accidentado y piden las tarjetas para seguir en contacto.
Ante este tipo de delito si se tiene detector de llamada no se debe atender, y si se recibe uno de ellos no dar ningún tipo de datos y cortar el mismo.
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