El miércoles al mediodía con la cabeza baja Luis Bijarra escuchó la condena. Una hora después la Policía Federal lo llevaba a la Cárcel de Devoto. Los familiares habrían pedido que la condena que se extendería hasta marzo de 2010 la cumpliera en la cárcel de Junin. El condenado habría contestado que en la carcel situada en la Capital Federal estaría cómodo. Luis Bijarra por buena conducta pordría acceder a la libertad en marzo de 2008. La historia comenzó el lunes a las 17 horas comenzó el juicio oral y público a Luis Angel Bijarra, domiciliado en calle 42 entre 131 y 133. El cargo imputado es el de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización. El Tribunal Federal Nº 2 de Rosario estuvo formado por el Dr. Jorge Venegas Echagüe, Dra. Dora Beatriz Caballero de Baraboni y el Dr. Omar Digeronimo. En tanto que el fiscal general fue el Dr. Miguel Rodríguez Vallejos.
El acusado fue defendido por el Dr. Aquilino José Giacomeli. La causa estuvo a cargo del Juez Federal de San Nicolás , Carlos Villafuerte Ruso y el fiscal que sustanció la causa fue el Dr. Juan Murray. El procedimiento se llevó a cabo el 11 de noviembre de 2005, por la División de Drogas Peligrosas de la Policía Bonaerense. En la vivienda y durante el extenso procedimiento judicial fueron aprehendidos varios jóvenes que llegaban a adquirir bagullos de marihuana. En el debate oral y por declaraciones de testigos el valor del bagullo establecido era de 5 pesos.
En la casa quinta, los policías encontraron 440 dosis de marihuana. La droga estaba en un armario del dormitorio, en una canasta arriba de la heladera, un armario de la cocina y la mesita de luz del imputado. En total declararon 21 testigos entre jóvenes detenidos en el procedimiento, testigos aportados por la defensa, testigos del procedimiento y policías de nar- cotráfico. Los análisis de la sustancia encontrada fueron realizados en el laboratorio de la Cámara Federal de Rosario y dieron positivos. La sustancia de los bagullos era marihuana.
El imputado, Bijarra en un primer momento se negó a declarar pero con el correr del juicio y ante la claridad de algunos testigos para imputarlo por comercialización de drogas pidió declarar. En su descargo se arrepintió, dijo que había comercializado droga para comprar medicamentos debido a que sufría una enfermedad y además explico que lo había afectado la muerte de su hermano. En otro orden aportó datos al Tribunal sobre como realizaba la compra de marihuana en Rosario. El primer testigo llamado a declarar fue R.M de profesión albañil y que presenció el secuestro de bagullos de marihuana en jóvenes que llegaban a la quinta de Bijarra.
El declarante señaló que el contenido era “como una yerba”. También reconoció su firma en las actas de procedimiento y en los sobres que contenían las muestras del estupefaciente secuestrado. El segundo testigo fue M.R, operario de una fábrica, que reconoció su firma en las actas y argumentó que la sustancia secuestrada era como “un polvo de hierva color marrón” y acotó “ que fueron muchos los envoltorios secuestrados”.
El consumidor
El testimonio más conmovedor fue el de un joven de 17 años que vive con los abuelos. El adolescente señaló que “ fue a la casa a comprar droga” y cuando la presidenta del Tribunal le preguntó ¿Qué droga?, contestó “marihuana”. El chico contó que cada cigarrillo costaba cinco pesos y que la droga venía envuelta en bolsitas de plástico.
Por otra parte, el joven relató que había estado en tratamiento en el Centro Preventivo Asistencial de Colón, durante un mes, asistiendo todos los jueves y que en la actualidad no consumía. La presidenta del Tribunal le señaló que ante cualquier inconveniente que tenga por su declaración que se dirija a la policía y que se comunicaran con el Tribunal Federal.
Los olvidadizos
Un joven aprehendido en el procedimiento y que identificaremos como J.M.A (23 años) fue demorado al final de la declaración por las contradicciones que tuvo. En su declaración expresó que llego al sitio allanado, enviado por su madre y con la misión de pagar una deuda por la venta de dos o tres litros de leche. En su poder llevaba 5 pesos. El testigo no reconoció su firma en las actas y dijo que no vio la llegada de otros jóvenes a la quinta de Bijarra.
En tanto que otro joven que declaró y que identificaremos como H. D y que es un ex empleado de la Municipalidad, tuvo contradicciones que hicieron que el Tribunal lo dejara incomunicado. El testigo declaró que fue a la quinta a alquilar una cancha para jugar al fútbol . Según dijo la persona a la que debía encontrar tenía el apodo de “Princesita” y trabaja en una panadería cercana a la Municipalidad.
El muchacho contó que con C.P, había concurrido al lugar en moto. El fiscal comenzó a preguntar sobre los horarios que había tenido esa tarde. La contradicción fue tan evidente que para hacer un trayecto de 20 cuadras había tardado casi dos horas y media. Además no pudo decir con quien jugaba al fútbol en la cancha alquilada porque no recordaba ni los conocía. También declaró que al llegar había un hombre que le decía que pasen porque “Princesita” estaba comiendo una asado.
Los policías que declararon describieron como fue el procedimiento y reconocieron las actas firmadas. También dijeron que el 29 de setiembre se había pedido el allanamiento pero que Villafuerte Ruso no lo concedió por falta de pruebas contundentes. En los alegatos, el Fiscal Miguel Rodríguez Vallejos realizó una exposición basada en la peligrosidad de Bijarra al vender estupefacientes a jóvenes. Además señaló la limpieza del procedimiento policial y la contundencia de algunos testigos. El Fiscal al finalizar su exposición pidió 5 años por co- mercialización de estupefacientes.
En tanto el defensor Aquilino Giacomeli dio por acreditado el delito, basándose en la declaración del propio imputado y pidió atenuantes argumentando la depresión que tuvo el imputado por su enfermedad y la muerte de su hermano. El defensor pidió el mínimo de la pena que contempla el delito de comercialización de estupefacientes y que es alcanza a los 4 años de prisión.
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