“Lo mato el revoleó de plata” fue la frase de un conocido de Dario Javier Medina, alias “El Palomo”. El Dr. Horacio Oldani y los agentes de Narcotráfico de la Policía Bonaerense ingresaron al pequeño mercado ubicado en calle 56 y 18 del barrio 9 de Julio. Detrás del mostrador se encontraba “El Palomo”, su pareja y un familiar directo. Los policías dominaron la situación y el principal sospechoso se derrumbó.
En el interior de una riñonera, los agentes habrían encontrado 133 gramos de cocaína. La prueba en su contra parecía inapelable. En otros sitios la policía secuestró cortes y otros elementos para comercializar estupefacientes. La historia se repetía con una sincronización inusual. El jueves 4 de octubre de 2002 los federales lo detenían por posición de centenares de dosis de cocaína. Unos meses atrás había recuperado la libertad condicional. En el pequeño local de calle 56 y 18, instaló una carnicería. La última carga la recibió la mañana del jueves. Los matarifes habían bajado dos medias reses vacuna. Nadie se dio cuenta que en esa parte del barrio desde el martes 22 de agosto cada movimiento era seguido y registrado. Una denuncia había ingresado a la fiscalía del Dr. Juan Gracia que en silencio comenzó a llevar adelante la investigación.
El operativo fue presenciado por 200 personas que seguían con atención los movimientos de policías y sospechosos en el interior del local comercial que tiene amplios ventanales. Una mujer que se hallaba entre las personas momentáneamente detenida fue llevada descompensada al Hospital Municipal . Una hora después regresó recuperada. En tanto el “Palomo” Medina se había aflojado y habría iniciado el relato de su primer detención y su paso por la cárcel.
La investigación duró 44 días. La dificultad de los agentes para investigar puso a prueba su imaginación. Los policías lograron fotos y hasta filmaciones en un barrio donde un extraño es rápidamente identificado. Sin embargo el mayor caudal de indicios lo habría dado la cantidad de jóvenes que llegaban a la carnicería en busca de estupefacientes. El día “D” era el jueves. La información de inteligencia indicaba que era la jornada donde llegaba la mercadería para distribuir.
El barrio no estaba asombrado y algunos murmuraban la compra de un moderno vehículo y el arreglo del comercio apenas había salido de prisión. El “Palomo” seguía contando su historia mientras en una máquina se labraba el acta con los elementos secuestrados. La noche se había alargado y el Dr. Oldani y los policías se llevaban al acusado. La vida es un repetición de hechos. El 4 de octubre de 2002 la policía allanaba una quinta y lo detenía. La primer denuncia
La primera denuncia partió de un testigo encubierto que relató al Juez Carlos Villa- fuerte Ruzo, en el año 2001 que el Palomo Medina comercializaba drogas y que además gozaba de protección policial. «El Chileno», Juan Carlos Marchioni en el primer juicio oral y público realizado en nuestra ciudad ante la Cámara Federal de Rosario reveló el secreto.. Según pudimos determinar la resolución 124/02, cuya copia se encuentra autos folios 566. El expediente es el número 1647/01 y la causa inicial tiene el número 27077. El chileno dijo que los jóvenes de nuestra ciudad adquirían cocaína y marihuana comunicándose al teléfono 0274-1566... y 047415662....
Sobre los mismos se realizaron numerosas escuchas que fueron aportadas a la profusa causa. En las escuchas serían numerosos los teléfonos detectados en aquella oportunidad desde donde pedían estupefacientes. El informe realizado por personal policial de la Federal es contundente “en el domicilio de Medina se realizaban las transacciones de sustancias prohibidas”.
Los procedimientos
Los procedimientos comenzaron exactamente a las 0,30, del jueves 4 de octubre de 2002, cuando cuatro móviles llegaron a la quinta propiedad del “Palomo” Medina situada en calle 56 entre 128 y 129. Los policías un total de ocho bajaron de los vehículos y comenzaron a golpear las puertas (una de costado y una al frente) y una ventana que tiene la vivienda.
En el interior de la casa se encontraba “El Palomo” con su pareja. El detenido no quería abrir la puerta. Una fuente consultada expresó a Colón Doce: “El Palomo no quería abrir porque hace cuatro meses fue asaltado y los delincuentes golpearon la puerta de la misma forma, por eso habría tomado la escopeta para su defensa”. Hubo gritos de ambos lados y minutos de tensión. La policía se aprestaba a voltear la puerta y entrar a sangre y fuego.
Según una fuente de la policía federal se encontró 300 gramos de cocaína y 200 gramos de marihuana. Ambas de altísima pureza. No se hallo sustancias de corte (para rebajar la cocaína) ni nacional o importada. Los policías sospecharon que se cortaba con maizena debido a que se halló una caja de este elemento. Se presume que el estiramiento de la droga era de muy baja calidad. Con 300 gramos de cocaína de extrema pureza como la que se halló, se podría duplicar la cantidad haciendo los respectivos cortes. En total se habría podido fabricar 600 dosis lo que daría un valor cercano en aquella época a los 6000 pesos.
Los policías luego se dirigieron a una carnicería situada en calle 19 entre 54 y 55. En el lugar buscaron droga en los freezers, que estaban ubicados en un depósito situado en la parte posterior del local principal. También en la heladera comercial e incluso levantaron las chapas del piso. En el depósito había sustancias para preparar embutidos que fueron cuidadosamente revisadas. El operativo fue negativo aunque la policía sospechaba que el comercio podría ser utilizado para facilitar la tarea de vender estupefacientes.
Los Federales y el juez Villafuerte Ruso habían tenido información sobre la procedencia de la droga. Según nuestra fuente “El Palomo” en los primeros tiempos se trasladaba en ómnibus hasta Rosario donde adquiría la mercadería a mayoristas. En los últimos tiempos lo hacía en una camioneta Ford F-100, color azul.
Nuestro informante señaló que hace pocos meses la Federal preparó un procedimiento para apresar a la “mula” que trasladaba los estupefaciente a Colón. La “ratonera” habría fallado cuando el que llevaba la carga se desvió por un camino de tierra e hizo un trayecto que no era habitual.
La condena
El Tribunal Federal de Rosario condenó al colonense Mario Javier Medina a la pena de 5 años y seis meses de prisión, una multa de 500 pesos e inhabilitación por el tiempo que dure la condena, al hallarlo responsable de el delito de comercialización de estupefacientes.
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