Una versión que va tomando cuerpo y con los días se acrecienta indica que en la ciudad de Colón habría ingresado una droga que sería altamente adictiva. La misma procede del conurbano bonaerense y es el denominado «Paco». Los consumidores se situarían entre los sectores más carenciados.
El estupefaciente genera una adicción que lleva al consumidor a un deterioro físico y mental en pocos meses. La droga comenzó a surgir en los sectores más pobres del conurbano boanaerense y desde allí parece extenderse.
Colón Doce comenzó la búsqueda de datos sobre una problemática que de no ser frenada puede llegar a repercutir profundamente en la conducta de jóvenes colonenses. El fin de la convertibilidad, y la multiplicación de los precios por tres, bajó el consumo de cocaína en el país, pero aumentó, especialmente en los sectores marginales, el de Pasta Base de Cocaína o «Paco», la cocaína no tratada que se extrae de las hojas de coca, a través de un proceso de maceración y posterior mezcla con solventes como parafina, bencina, éter, tolueno o kerosene y ácido sulfúrico, cuyo poder es devastador y, según se indicó desde la Subsecretaria de Adicciones bonaerense, provoca en seis meses lo que la cocaína hace en seis años.
Según el informe elaborado por la cartera de Adicciones, el poder devastador del «Paco» es veinte veces más implacable que la cocaína y está haciendo estragos en los consumidores. La ecuación sería la siguiente: hay menos adictos, pero sufren un daño mayor.
Las «cocinas» de pasta base se han multiplicado no sólo en las provincias del noreste y noroeste del país, sino también en las zonas urbanas de mayor concentración poblacional como la Capital Federal, el conurbano bonaerense, Rosario y Córdoba.
Para amplios sectores de la población que han quedado marginados del sistema, el tráfico de drogas corresponde a una simple forma de supervivencia.
El mercado cautivo, que se generó durante diez años de convertibilidad, hizo que ahora estemos en presencia de una verdadera «socialización» de la distribución de la pasta base en los barrios populares, en la que están implicadas miles de personas.
Es que la narcoorganización puede ser hoy una casilla en una villa miseria, donde una jefa de hogar hace la «receta» mientras sus hijos vigilan los pozos de ma ceración de la pasta para que no los descubra la policía.
La mayor parte del comercio de PBC destinada al mercado es organizada por bandas que tienen sus bases lo- gísticas en varias de las 145 villas de emergencia de los principales centros urbanos del país. Los consumidores recurren directamente allí para abastecerse.
«Paco» es el nombre vulgar por el que todos reconocen a la PBC. Cuesta un peso la dosis, el gramo, aunque se consigue por menos de acuerdo a la cantidad. Otras denominaciones son «mono» o «marciano», si se la mezcla con tabaco o marihuana, según el caso.
De aspecto amarillento o amarronado, dependiendo los precursores químicos que se utilicen, el Paco se fuma en pipas hechas con un caño de aluminio ahuecado; generalmente se utiliza una antena de televisión o una guía de cortinas. El efecto por fumar (entre 8 y 40 segundos) varía de acuerdo al tipo de precursores incluidos en la preparación, pero es casi automático. Se va con la misma intensidad. En pocos minutos desaparece pero provoca una compulsividad insoportable a seguir fumando.
La letalidad de la sustancia radica a perjuicios asociados por su carácter adictivo, anestésico, alucinógeno y profundamente irritante de algunos de estos componentes.
El efisema pulmonar aparece enseguida por la irritación de la mucosa respiratoria, los trastornos cardiovasculares son inmediatos y, a nivel cerebral, se producen modificaciones severas de conducta porque, literalmente, se vuela el lóbulo frontal.
Etapas
Las etapas por las que transita un consumidor al momento de fumar pueden esque- matizarse en cuatro estadíos. Primero la euforia, donde se observa una disminución de las inhibiciones, una sensación de placer e intensificación del estado de ánimo.
Luego la etapa de disforia, en que el sujeto bruscamente empieza a sentirse angustiado, deprimido e inseguro. Se produce un deseo incontenible de seguir fumando, tristeza, apatía e indiferencia sexual.
En tercer lugar se produce ese consumo sin interrupciones que busca mitigar la sensación anterior cuando todavía se tiene la dosis en sangre. Y, finalmente, la etapa de psicosis y alucinaciones, una pérdida de contacto con la realidad a nivel sensorial. Perfil de los Consumidores
Los nuevos consumidores del Paco en Argentina son chicos de 13 o 14 años que directamente empiezan con Paco y son víctimas de su propia vulnerabilidad.
No está muy claro si todos son marginales, en algunos casos provienen de familias de clase media, que han visto pauperizadas sus condiciones económicas y, en muchos casos, el jefe de hogar tiene trabajos temporales o es beneficiario de algún plan social.
Un pibe puede llegar a fumar en una noche entre 10 y 15 Pacos, pero se genera tal sensación de sequedad y quemazón que tiene que parar, por eso la mayoría toma alcohol, lo que les permite llegar a fumar entre 50 y 60 en una jornada.
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