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01/10/2005
Pergamino

Un voraz incendio destruyó fábrica de muebles


(La Opinión) Las pérdidas fueron prácticamente totales tanto del mobiliario como del edificio / Había unos 40 empleados, pero no hubo víctimas / Trabajaron varias dotaciones de bomberos


Un voraz incendio destruyó ayer la fábrica de muebles Futón Pergamino, ubicada en el barrio José Hernández, y si bien las pérdidas fueron prácticamente totales no se registraron víctimas.


El siniestro comenzó alrededor de las 15:00 y se extendió hasta las últimas horas de la tarde, después de un denodado y arriesgado esfuerzo de los bomberos voluntarios de Pergamino.


Al momento del incendio unos 40 operarios se encontraban dentro del establecimiento, y todos por sus propios medios pudieron evacuar las instalaciones, incluso pudiendo retirar algunos elementos personales y de la fábrica.


Según las versiones de algunos empleados, el fuego se inició en la sección de armado de colchones, donde se almacenaba estopa -un elemento altamente inflamable- y en cuestión de segundos se propagó hacia el resto de las dependencias, sin que se pudiera realizar ni siquiera el intento de extinguir las llamas con los matafuegos.


La fábrica está ubicada sobre calle Pedro Torres al 1000, entre la ruta Nº8 y 188 y la calle Leopoldo Lugones y sus fondos dan a la calle J. J. Valle. El frente ocupa unos 50 metros y sobre él está el ingreso principal y la casa de familia del titular del establecimiento.


La mayoría de los trabajadores evacuaron el edificio por el sector trasero y retiraron unos pocos muebles, un vehículo, una lancha y varias de las motos y bicicletas con las que diariamente concurrían a la fábrica.


La mayoría de los productos y la materia prima que había dentro del establecimiento era inflamable, de modo que una vez que el fuego comenzó a expandirse todo ardió en cuestión de segundos. Madera, colchones y tenar formaban la mayor parte de lo existente.
A los pocos minutos de iniciado el siniestro se produjeron varias explosiones de tanques de 200 litros de tenar.


Cuando llegaron los bomberos las llamas habían ganado prácticamente todas las instalaciones; no obstante, ingresaron con el fin de atacar el fuego desde distintos frentes, y si bien no era mucho lo que se podía llegar a rescatar, todo se hacía para que la temperatura no aumentara en demasía.


De todos modos, la alta capacidad combustible de los productos existentes hacían vano el esfuerzo, al punto de destruirse por completo los techos de las naves que formaban el conjunto del establecimiento fabril y comenzar a agrietarse las paredes.


Por eso, a los pocos minutos y mientras los curiosos se contaban de a decenas y las sirenas de autobombas, ambulancias y patrulleros producían escalofríos, apareció el temor ante un eventual derrumbe. Finalmente no hubo que lamentar tal circunstancia, aunque sí se produjeron algunos desprendimientos de paredes.


Ante la magnitud del incendio varias dotaciones de bomberos se hicieron presentes, y para abastecer agua a las autobombas fueron convocados camiones cisterna de la Municipalidad.


Con el correr de los minutos varios bomberos comenzaron a sentir las consecuencias del esfuerzo en un medio tan hostil, necesitando muchos de ellos asistencia de sus propios compañeros y hasta de personal médico. Los más afectados necesitaron aspirar oxígeno para recuperarse y uno de ellos debió ser trasladado al Hospital San José con un cuadro de asfixia.


Mientras todo esto sucedía, una densa columna de humo ascendía en un cielo totalmente despejado, y por acción del viento se corría aceleradamente hacia el noroeste de la ciudad.


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