Los tradicionalistas Alberto López y Roberto Berrotarán señalaron que el programa abarca un desfile que se realizará el domingo 4 de setiembre y que tendrá como punto de partida la Sociedad Rural en 42 y 9, y pasará frente a un palco ubicado en las escalinatas de la Municipalidad y donde un bastonero describirá aperos y pelajes.
También a las 14.30, habrá destrezas criollas y la actuación de Rodolfo Jáuregui y el grupo de Danzas de la Agrupación Yancamil. El cierre a partir de las 19 estará a cargo del Cuarteto Omar. La muestra
En la muestra se puede observar recados, ponchos y platería y hasta la «silla andaluza» que trajo don Pedro de Mendoza con los primeros caballos y vacas, hasta la actualidad.
Horacio Ferrari, uno de los dueños de Yancamil -el otro es su hermano Héctor-, explica que «la montura y el poncho son para el gaucho una sola cosa. La montura para cabalgar y dormir a cielo abierto, y el poncho, la típica vestimenta del hombre americano, para protección y abrigo».
En la muestra se podrá observar más de sesenta ponchos, de diferentes épocas y laboreos, entre ellos el que la cautiva Luisa Díaz le tejió al cacique ranquelino Yancamil, y un extraño poncho color violeta, hecho con seda de capullo, bordado y terminado en flecos, que se remonta a la década de 1880/90 y otros que pertenecieran a Juan Ramón Balcarce.
También los hay paraguayos, de los llamados «de sesenta listas» y uno de seda y vicuña coronel José Valentín de Olavarría, granadero del general San Martín.
El Cacique Yancamil
En 1878 se firma el nuevo tratado de paz con los indios ranqueles sabiendo de antemano el gobierno nacional no lo cumpliría.
Así, a los pocos días, un contingente de más de cien guerreros ranquelinos, se dirige a Villa Mercedes de San Luis a cobrar las raciones estipuladas en el pacto. Debían retirar también elementos para labranza, sueldos para los principales caciques, ganado en pie y los denominados “vicios” para el reparto tribal. Iban en son de paz, acompañados de sus mujeres e hijos a disfrutar los beneficios de la tan ansiada paz.
Y aquí aparece la figura de José Gregorio Yancamil como enviado plenipotenciario, representando al cacique general Epumer, su tío Yancamil pertenecía a aquel grupo de personajes influyentes de tierra adentro que sostenían la paz con el cristiano. Hasta se había casado cristianamente a instancias de un franciscano como muestra de voluntad amistosa.
Llega al frente del grupo y a una legua de Villa Mercedes, en Pozo del Cuadril, donde existía un reten militar de avanzada, son encerrados por las tropas, quedando más de cincuenta lanceros muertos sin poder haberse defendido. Casi la totalidad de los sobrevivientes quedan malamente heridos. Entre ellos, niños y mujeres.
Yancamil queda prisionero y reponiéndose de sus heridas, mientras que las familias integran luego un contingente de prisioneros que son llevados a la zafra tucumana.
Trán sito Gil, la mujer de Yancamil y sus dos hijitas también son llevadas. Ninguno de los ranqueles enviados a Tucumán regresó, ya que en poco tiempo desaparecieron embrutecidos por el alcohol, los castigos de sus capataces y las condiciones infrahumanas de explotación en los ingenios.
El extrañamiento de ranqueles a Tucumán y los hechos de Pozo del Cuadril son prácticamente desconocidos en la actualidad, y bien se cuidaron los biógrafos de la conquista de comentar siquiera tamaña traición. Pero el agua tenaz de la verdad siempre halla una fisura para derramarse, y nos explica la mudanza de posición de Yancamil.
Perdida su tierra, desaparecida su familia, disperso su pueblo, sintió lo irreparable de la tragedia.
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