Como se recordará, el ómnibus de la empresa TAC que cubría el trayecto Mendoza-Capital Federal y a solo quinientos metros de haber salido del Parador de Colón, debió frenar y cruzar de carril para impactar contra otro ómnibus que venía en sentido contrario. Las condiciones de visibilidad eran buenas, pero en la ruta quedó el rastro de neumáticos de una abrupta y desesperada frenada que intentó el conductor.
Los trabajadores fallecieron. La causa penal se cerró sin encontrar culpables, aunque la hipótesis más creíble término siendo, el imprevisto avistamiento del conductor de un animal suelto que obligó a la brusca maniobra.
El saldo fue de 16 personas fallecidas.
Pocos meses después y a tan solo cien metros de aquella tragedia, un domingo a las 21 y a las puertas del Lago Municipal, un auto con dos jóvenes se estrelló contra una vaca que cruzaba apaciblemente la Ruta 8. En el accidente falleció Juan Cruz Salvatori. El animal no tenía marcas ni señal y hasta el presente no se pudo ubicar a su propietario.
Tropezamos con la misma piedra
Los colonenses siempre parecemos tropezar con la misma piedra.
Los días pasaron, se habló, se acusó, se pidieron informes, se hicieron discursos... sin embargo, el pasado domingo, un joven y su acompañante salvaron su vida de milagro, cuando en boulevard 17 y calle 62, un equino cruzó la ruta y el auto se estrelló contra su cuerpo.
El animal no tenía marcas ni señales y se ignora quien es su propietario. En este tipo de accidentes el fallo de la Justicia es cuestión de tiempo.
El Estado Nacional, Provincial o Municipal (todos nosotros) y los corredores viales tendrán seguramente parte de responsabilidad civil, con la obligación de resarcir en lo posible el daño causado y los perjuicios inferidos.
Para los familiares de las víctimas fatales es lo de menos, lo importante hubiera sido que el accidente nunca ocurriera, porque el Estado debería haber estado presente previniendo.
Las fallas son muchas y solidarias. En Colón a pesar de las desgracias, accidentes y tragedias, siguen existiendo animales sueltos en la vía pública que deambulan por los puntos con más transito de vehículos de la jurisdicción (en extensión no son más de 10 kilómetros a controlar) y para esto tenemos Policía Comunal, Inspectores Municipales, Policía Vial, Policía Rural.
Lo importante y perentorio sería diseñar un plan para evitar estos accidentes que tantas vidas costaron que no sucedan más o por lo menos reducir la posibilidad de que acontezcan.
Las posibilidades
Los vacunos, equinos, lanares, y porcinos son bienes semimovientes (se mueven por si mismos). En la sección quintas aledaña a las rutas y acceso a la ciudad, si se recorre cada una de las propiedades se puede conocer a estos animales hasta por el nombre ( no hay miles), apenas serían un centenar ( ubicados en fincas potencialmente peligrosas por el perímetro etc).
En primer término se debería obligar a sus propietarios a marcar o señalizar a estos animales. El procedimiento debería ir acompañado con un endurecimiento en la legislación municipal, para aquellos propietarios de animales sueltos en la vía pública.
También se debería normar el comiso de estos animales y reservarse el posterior destino del mismo. Por otra parte, si el animal carece de marca o señal y es detectado en la vía pública, se lo podría considerar como bien “mostrenco” (aquello que no tiene propietario conocido).
La figura permitiría el inmediato comiso o decomiso. En el caso de un vacuno (novillo, novillito, vaquillona, ternero macho o hembra) se podría faenar en el Matadero Colón y luego destinarlo a comedores públicos o Hospital Municipal. Si en cambio es una vaca o toro, podría ser faenado y destinado en cambio al Zoológico Municipal.
En tanto que los equinos sin marcas en la vía pública, se podrían señalizar y ser destinados a lugares de entidades de bien público, como Centro Tradicionalistas, Escuelas de Equitación etc.
Irresponsables
Los vacunos, equinos, porcinos no solo son responsables de los accidentes en la vía pública. La irresponsabilidad de muchos propietarios de canes, hacen que cada jornada sucedan pequeños accidentes que van desde una mordida a caídas de ciclomotores, bicicletas con golpes, contusiones o fracturas.
Las pérdidas económicas son muchas (horas caídas de trabajo, gastos en médicos, veterinarios, en el Hospital Municipal, por daños estéticos y medicamentos etc). Es perentorio buscar soluciones efectivas.
El Estado Municipal gasta mucho y las soluciones no llegan. Es imprescindible una campaña de concientización sostenida en el tiempo y una serie de normas que regule la caótica situación teniendo en cuenta “que los responsables son los propietario y no los canes”.
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