En ese entonces, los protagonistas de la trágica historia eran menores que conformaban el grupo de Boys Scouts local. Una fría noche de junio se produce el brutal e inexplicable asesinato de Néstor Rodríguez. El asesino tenía seis años más y también componía el grupo de ayuda al prójimo.
La historia vuelve con fuerza once años después de aquel suceso que permanece todavía en la memoria colectiva de los colonenses. Sin que nadie lo esperara el homicida regresa, y a altas horas de la noche golpea la ventana de un tercer integrante de aquella agrupación.
El argumento parece extraído de una película norteamericana de terror. Sin embargo es la realidad que le tocó vivir hace pocos días a un joven colonense
De acuerdo a una fuente inob jetable, el asesino del menor Néstor Rodríguez, regresó a la ciudad y fue protagonista de un raro episodio, siendo denunciado policialmente.
El individuo (ahora tiene 26 años) concurrió a la vivienda de un joven que integraba el grupo de Boys Scout en 1994 y golpeó la ventana del living, mientras este miraba televisión.
El joven que identificaremos como “P”, preguntó a través del vidrio, si lo reconocía. El asustado joven desde el interior de la casa no podía recordar la cara que se le presentaba de improviso (estaría muy cambiado), hasta que escuchó el nombre de la propia boca del visitante.
Con los trascendidos de la fuente a la que tuvimos acceso, el joven “P”, le habría hecho una propuesta que sería indecente, por lo que el joven visitado, habría realizado la correspondiente denuncia policial, por temor a su propia integridad física.
El hecho
En junio de 1994 la ciudad se conmovió. El comisario Horacio Santos Guerra había recibido la denuncia de la desaparición de un menor, identificado como Néstor Rodríguez. El chico había salido de su casa ubicada en calle 20 entre 40 y 41, a comprar un yogurt en el supermercado Graneros y Elevadores Argentinos. Jamás regresó. La policía lo buscó en el Lago Municipal, terrenos baldíos, Canal Colón –entre otros lugares-.
El asesino con total frialdad también acompañaba a las partidas de uniformados y civiles. La policía de investigación finalmente logró que “P” hablará y con total naturalidad mostró el sitio donde había depositado el cadáver de su compañero luego de matarlo. En el baño del viejo chalet abandonado de calle 20 entre 44 y 45, había depositado el cuerpecito de Néstor.
La historia indica que el adolescente “P”, habría interceptado a Néstor Rodríguez (eran amigos) en la esquina de 45 y 20 y luego de hablar unos minutos, lo llevó a su casa en calle 45 entre 19 y 20. Poco después, lo mataría en su dormitorio y lo escondería bajo su propia cama.
A las 6.20 del día siguiente, sin que nadie lo viera cargó el cuerpo y lo llevó hasta el viejo chalet donde lo dejo para regresar a su casa y seguir con su vida normal.
A la policía que ya sospechaba, el menor “P”, les contó la historia que unos hombres a bordo de un auto rojo habrían levantado a Nestor Rodríguez en 45 y 20 y se lo habían llevado con rumbo desconocido. La historia se vino abajo como un castillo de naipes, ante algunas contradicciones.
Según se pudo saber, el menor confesó el asesinato al Comisario Horacio Santos Guerra siendo las 4.30 de la mañana.
Los trascendidos de aquella época señalaban que “P” tenía hábitos sexuales incompatibles con la edad y el viejo comisario ahora retirado, salió espantado por los cosas que escuchó. El aberrante hecho se fue olvidando, aunque el pasado regresó con fuerza en los últimos días.
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