Una estación de servicio y una mutual dela ciudad de Venado Tuerto fueron allanadas en las últimas horas por investigadores de la policía de Neuquén. Los sabuesos llegaron a esos locales siguiendo la ruta de una fabulosa estafa perpetrada por ladrones de petróleo.
La riesgosa maniobra, cuyo beneficio económico es estimado primariamente en unos 10 millones de pesos, se iniciaba en cercanías de la localidad rionegrina de Cipolletti donde los delincuentes pinchaban un oleoducto del que extraían el oro negro.
Después, en camiones, lo trasladaban a refinerías desde las cuales, una vez procesado, se comercializaba en estaciones de servicio de al menos tres provincias.
Los procedimientos realizados en Venado Tuerto fueron en la estación RHASA ubicada en Lavalle y 25 de Mayo; y en la mutual Asociación Mutual de Venado Tuerto en la que el propietario de ese comercio realizaba operaciones financieras.
Una vez refinado el petróleo, el mismo se distribuía a diferentes estaciones de servicio. «En el caso del comercio de Venado Tuerto, estamos investigando si pertenece a la banda o sólo compraban el combustible trucho», aseguró el policía neuquino.
En ese orden, el investigador dijo que «al parecer, el dueño de la estación venadense -identificado con sus siglas R.E.-, tendría algún grado de responsabilidad en la comercialización del combustible robado». Y aseguró que también se realizaron procedimientos en la ciudad de Maggiolo, de donde es oriundo el dueño de la estación.
La historia
Mediante una espectacular serie de allanamientos simultáneos en cuatro provincias, la Justicia y la policía neuquinas desbarataron una banda que se dedicaba al robo de petróleo crudo y lo transportaba a destilerías ubicadas fuera de la provincia.
El epicentro del operativo se realizó en la zona de chacras de Cipolletti, donde los investigadores encontraron una «pinchadura» en dos ductos de la empresa Oldelval, que trasporta el petróleo crudo que extraen todas las empresas asentadas en la zona.
Pero según fuentes judiciales también hubo allanamientos en Roca, en el Gran Buenos Aires, en Santa Fe ( Venado Tuerto y Magiolo) y en Neuquén .
La investigación fue conducida por el juez penal Héctor Rimaro y los procedimientos los ejecutó personal del departamento Delitos Económicos de la Policía neuquina, que comenzó a investigar a esta banda hace meses.
Según trascendió, se partió de la sospecha de que existía una importante sustracción de crudo, pero los investigadores no podían ubicar el lugar donde estaba la pinchadura. En los últimos días se descubrió que la pinchadura estaba en Cipolletti.
Según se supo, se trata de una conexión subterránea al ducto principal; de allí salía un caño que iba bajo tierra hasta una chacra ubicada a unos 200 metros, donde salía a la superficie. Allí ingresaban los camiones y cargaban.
Después iban a una especie de depósito clandestino, hacían trasvasamiento de un vehículo a otro, y partían hacia las destilerías ubicadas en el Gran Buenos Aires y Santa Fe.
La pinchadura es una de las acciones más arriesgadas, porque existe el peligro de provocar una explosión o un derrame que delate a los autores, y hasta pone en riesgo sus vidas.
Pero igual se lanzan a realizarla. Y, según indicaron las fuentes, utilizan a su favor los escasos controles y la dificultad que tienen los técnicos para recorrer la meseta buscando el desvío.
Los caños eran de tan sólo una pulgada de diámetro, pero lo suficientemente importantes para lograr el millonario objetivo.
Por día, gracias al túnel realizado en una chacra de la zona norte de Cipolletti, la banda de delincuentes lograba cargar entre 4 ó 5 camiones con petróleo crudo. Esto significaba aproximadamente 150.000 pesos diarios; 4.500.000 pesos mensuales.
Una cifra que apabulla, pero no tanto como la que mencionan los investigadores cuando hablan de las pérdidas que habría generado por mes esta mega organización: nada menos que 6.000.000 de dólares.
Trabajo de presos
Los delincuentes habían hecho un boquete a un costado del acceso a la chacra y comenzaron a realizar un «trabajo de presos».
Cavaron hasta llegar a una profundidad de unos dos metros y medio aproximadamente e hicieron un pasaje de unos 80 centímetros de alto para que una persona pudiera desplazarse agachada, pero con bastante comodidad.
Desde allí avanzaron como hormigas para acceder a los ductos. Llegaron bajo tierra casi hasta la mitad de una calle rural, a unos 8 metros de distancia de la boca del túnel. Allí estaban los caños.
Colocaron una cupla soldada a cada uno y una llave esférica para manejar el paso del petróleo crudo, que empezaron a transportar por medio de caños de una pulgada. El petróleo era trasvasado con ayuda de mangueras a un tanque cisterna que estaba semienterrado a escasos metros.
Tampoco llamaba la atención esta «reliquia» ni el camión que solía ir a cargar: un supuesto vehículo frutero, que en realidad, con una media sombra camuflaba una cisterna.
Con este rodado, los delincuentes avanzaban hacia el Parque Industrial, donde descargaban en otras dos cisternas. En el predio de un galpón sí había camiones perfectamente identificados para el transporte de combustible.
En este sitio hacían la maniobra final hasta llevar el petróleo crudo hacia Buenos Aires y Santa Fe. Se estima que gracias a estas dos pinchaduras en Cipolletti lograban cargar entre 4 ó 5 camiones diarios.
El valor de cada carga oscila entre 25.000 y 40.000 pesos. Esto significa que si se toma un promedio de 30.000 pesos, el robo ascendería a 150.000 pesos diarios.
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