Tras el relato que las niñas hicieron ante los investigadores, la pareja fue detenida y el rumor fue creciendo a lo largo y ancho de este pueblo de 5 mil habitantes, donde hubo incredulidad e indignación. «Jamás en mis años en la policía escuché algo tan atroz como lo que las nenas contaron», dijo un vocero de la Unidad Regional IV, con asiento en la ciudad de Casilda.
José Luis V. tiene 20 años y varios antecedentes penales sobre su espalda. El 2 de enero último salió de la alcaidía casildense, dónde estuvo varias veces preso. Esta vez fue por el robo de 4 bidones de agroquímicos y nadie se explica cómo fue liberado en plena feria judicial. Hace dos años que el muchacho convive en pareja con Celina R., de 27.
La mujer es madre de cinco niños y hace dos meses alumbró a otro bebé, producto de la relación con su concubino. Todos ellos vivían en una casa humilde del casco urbano de Bigand. «Un lugar descuidado, abandonado, sucio y maloliente», como lo describieron los pesquisas que llegaron hasta allí para apresarlos sin que se resistieran.
Según surge del relato de las niñas, este calvario se inició a poco de que José Luis llegara a vivir a esa casa. Entonces empezó una sucesión de abusos aberrantes de los cuales Celina no fue ajena. «Ella nos ataba a la cama para que José nos violara», contó una de las menores ante la policía.
También recordaron que era su mamá la que presenciaba los momentos en los cuales el muchacho las obligaba a practicarle sexo oral, «algunas veces tras exigirles que se arrodillaran sobre ladrillos cuando ellas se negaban y otras tantas pegándoles con un palo de escoba», relató un investigador.
En el marco de esos relatos, «que con total lucidez y abundantes detalles llenaron dos páginas del sumario», una de las nenas también remarcó que eran obligadas a «participar de las relaciones sexuales que la pareja mantenía en su cama matrimonial» y que eran amenazadas «porque si hacían la denuncia se iban a quedar sin papá y sin mamá para que les dieran de comer».
La dramática historia de las hermanitas trascendió hace menos de 48 horas cuando una vecina del pueblo, a cuya casa las nenas iban en busca de comida y abrigo casi a diario, empezó a enterarse de lo que ocurría tras ganar la confianza de las menores y entablar largos diálogos con ellas. Entonces,la mujer decidió romper el cerco en el cual estaban confinadas las menores y las acompañó a la comisaría 6ª de Bigand, donde hicieron la denuncia.
»A pesar de sus cortas edades, tienen un vocabulario sexual y soez que se corresponde con el de un adolescente», manifestó una de las personas que tuvo acceso a las declaraciones de las niñas. (La Capital)
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