Durante el año pasado, el campo argentino se ubicó en los primeros lugares en las estadísticas que miden accidentes. En la provincia de Buenos Aires, con el 19 por ciento, el sector agroganadero registró los índices más elevados, convirtiéndose en un ámbito de trabajo verdaderamente riesgoso.
Por su parte, el momento de cosecha es una de las épocas del año en que este tipo de eventos aumentan por el uso del chimango, la máquina que se ocupa de la elevación de los granos. En Colón en los últimos meses hubo varios accidentes de trabajo que costaron la vida a trabajadores rurales. En este sentido dos empleados perdieron la vida electrocutándose cuando trabajaban con las cosechadoras, uno en un maquina de fumigar tipo mosquito y otro cayendo al pozo de un silo en localidad santafesina. Si se tiene en cuenta que los datos oficiales sólo incluyen a los trabajadores registrados -que cuentan con un seguro de Riesgo de Trabajo (ART)-, al considerar a los empleados «en negro» el número de siniestros se duplica.
Plantas de silo
Los accidentes rurales más comunes se producen fundamentalmente en las plantas de silos. Un informe elaborado por la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA) califica a estos lugares como «el monumento al accidente». Allí, el corte por el chimango es la principal fuente de riesgo, ya que al quedar oculto por el grano acumulado en vías de transportar, expone a los operarios a cortes en pies y manos. Actualmente, el Ministerio de Trabajo bonaerense calcula que en la Provincia algo más del 40 por ciento de los trabajadores está en negro. Sostienen que la devaluación hizo crecer el trabajo informal en el campo haciendo que seis de cada diez nuevos empleos se adquieran en negro.
Estas condiciones incluyen mayores riesgos laborales por insalubridad, disminución de la atención por extensos horarios, falta de protección adecuada, escasa o nula capacitación en la manipulación de maquinarias y sustancias tóxicas y, principalmente, inexistencia de un seguro de salud que los proteja ante posibles accidentes. »La mayor parte de las unidades productivas rurales no cumplen con los requisitos básicos de seguridad e higiene» debido principalmente «al desconocimiento, y a que la prevención genera un gasto que muchas veces el productor o el empleador no está dispuesto a realizar», señaló la ingeniera Viviana Petruccelli, docente de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad de La Plata. De esta manera, aún el trabajador rural más experimentado es proclive a sufrir daños si su empleador no le brinda las condiciones laborales adecuadas.
Las causas
Según Petruccelli, «cuando hablamos de personas siniestradas en el sector agropecuario, debemos tener presente también lo agravante de las distancias y la comunicación a los centros de atención. A través de las investigaciones de accidentes realizadas se puede concluir que las principales causas de desgracias se deben a la falta de información idónea, escasa capacitación laboral y una organización del trabajo ausente o inadecuada», indicó.
Otras situaciones típicas de accidentes, según el trabajo de la UBA, se vinculan con los cables y conexiones eléctricas que quedan sin cobertura por la acción de roedores, o a los chimangos muy altos que, al tocar cables de alta tensión, generan riesgos de electrocución. De la misma manera, ingresar al silo sin los arneses adecuados lleva implícita la posibilidad de precipitarse dentro y ser «absorbido» por la reserva de grano, de modo que el trabajador pierde la vida en segundos, asfixiado bajo la semilla.
Otro peligro
La maquinaria es otro de los factores principales de accidentes rurales. Una de las causas más comunes de graves lesiones es el vuelco del tractor. «Si bien el vuelco lateral del tractor es generalmente lento, el vuelco posterior (voleo) es mucho más violento y se produce en una fracción de segundo, imposibilitando la reacción del operario», señaló Julio César Pollacino, titular de la cátedra de Maquinaria Agrícola de la UBA. Para evitar estos riesgos, «no se debe ‘encabritar’ al tractor, pues una vez que la línea vertical que pasa por el centro de las ruedas posteriores es superada por el centro de gravedad, la máquina volcará», explicó el docente. El estudio de la UBA indica, además, que ante algunos riesgos inevitables de la maquinaria, «sólo resta permanecer atento». Por ejemplo, no se puede proteger la barra de corte de una cosechadora porque de lo contrario no se podría cosechar. No obstante, estas consideraciones no deben conducir a la engañosa suposición de que los accidentes se producen por culpa del trabajador pues hay que tener en cuenta que el empleador es quien debe responder por la seguridad de sus trabajadores.(DIB)
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