Habría una fosa, totalmente recubierta por una gruesa membrana plástica impermeable, apoyada sobre una capa de arcilla capaz de autosellar cualquier posible grieta.
Allí se depositaría la basura, ya clasificada y compactada disponiéndose además de un sistema de cañerías que permitiría extraer el liquido lixiviado, que deberá ser trazado en una planta también a constituirse en inmediaciones, para que no contamine.
La emisión de gases se controlaría, instalando una planta de combustión controlada. El predio tendría cerco exterior, y una barrera vegetal que impediría la visión de la basura desde afuera. Habría un laboratorio, para estudio de napas de agua y para detectar la eventual presencia de metales pesados u otro tipo de contaminación, como de la atmósfera.
El anunció desató la polémica por las posibles contaminaciones. Los vecinos rojenses se autoconvocaron y comenzaron las marchas de protestas para impedir el proyecto y lograron que el Concejo Deliberante aprobara una ordenanza para evitar traslado de la basura ajena a esa localidad. La misma se caracteriza por tierras fértiles y aptas para explotación agropecuaria.
El Centro de Comerciantes e Industriales de Colón convoca a toda la ciudad a colaborar con Rafael Obligado, firmando planillas de oposición al proyecto de que se instale cualquier centro de disposición de residuos sólidos provenientes de la Capital Federal, Gran Buenos Aires o cualquier otro distrito ajeno a la jurisdicción.
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