Transitar por los barrios de la ciudad, caminando, en bicicleta o ciclomotor es una aventura peligrosa y de imprevisibles consecuencias.
El Municipio desde hace años insiste en una concepción equivocada sin profundizar en un esquema que solucione la problemática. La castracion por si sola esta demostrado en lo práctico que solo desciende en un porcentaje mínimo la problemática. El tema es cultural y mucho más profundo que simples ecuaciones matemáticas.
El costo del actual sistema es elevado y no solo se debe verse en el alquiler de los caniles donde se sitúan 200 perros (la población total de Colón superaría los 6000), personal, medicamentos etc, si no también desde la óptica de la víctima (horas pérdidas laborales, medicamentos, atención hospitalaria etc).
Sin tener en cuenta cuando las heridas son graves, el costo de una cirugía reparadora u operaciones quirúrgicas más simples.
Cabe destacar que en Colón tenemos accidentes de tránsito causados por los perros de la calle donde la víctima tardo meses para recuperarse.
Por otro lado, descartamos de plano la solución eutanasica, y nuevamente creemos que el actual sistema si no se profundiza lleva a un fracaso rotundo. Registro
Por otro lado, y como en junio de 2004, reclamamos que se legisle sobre los perros de raza denominadas “peligrosas” y que se cree un registro donde se deban inscribir, debiendo sus dueños tomar precauciones para que estos canes no puedan circular libremente por las calles (llevarlos con correa, collar y bozal). Las razas consideradas peligrosas “crecen” en forma proporcional con la sensación de inseguridad que existe en la ciudad.
El etólogo Enrique Lerena, especialista en comportamiento animal, consideró «una locura» tener perros como los rottweiler en casas de familias. Es que este tipo de animales -al igual que razas como el Pitbull Terrier, el Dogo Argentino, el American Staffordshire o el Mastín Napolitano-, no fueron concebidos para ser mascotas, sino como perros de defensa, guardia y ataque, por lo que pueden disparar su agresividad en cualquier momento, independientemente de los estímulos que reciban.
Recién ahora, la bancada radical de senadores bonaerenses presentó un proyecto para tratar de ordenar el tema. Proponen que estas razas -junto a otras menos conocidas- deban circular por las calles con correas menores de hasta dos metros, collar de ahorque y bozal y que los dueños tengan que contar en sus casas con paredes perimetrales que no puedan ser saltadas por los perros.
También, que los paseadores no puedan llevar más de dos animales peligrosos a la vez y que quede prohibido el entrenamiento con miras a aumentar su agresividad. Las multas para los que no cumplan irían de los $500 a los $1.500.
Como la mayoría de los especialistas, la veterinaria Estela Martín cree que el verdadero problema es que la gente que tiene estos perros no tiene idea de cómo debe tratarlos. Por eso propone «que se le exija hacer un curso en este sentido a los que quieran criarlos».
Martín explicó que «un 30 % de la conducta del perro depende de factores genéticos -por lo que siempre es importante saber quiénes fueron sus padres-, mientras que el 70 % restante es producto de la crianza».
El lapso que va de los 45 días a los primeros tres meses de vida se llama primera socialización y es clave en la agresividad que desarrollará el animal. Martín dio algunas pautas claves para tratarlos: los animales deben responder siempre a las órdenes de un amo, porque esto reconstruye la estructura de las jaurías, donde siempre hay un macho alfa dominante. Es importante no dejarlos muchas horas encerrados en caniles, porque suelen salir enfurecidos.
Tampoco es conveniente tenerlos cerca de chicos y, detalle poco conocido, hay que alejarlos de bebés con pañales sucios, porque la caca humana contiene una enzima pancreática que a estos perros les gusta comer, por lo que muchas veces esto desata ataques inesperados.
Marini aclaró que si bien los perros siempre responden al amo, esta función no puede ejercerla alguien que tema tener actitud dominante ante los animales. Y acotó que aún así, muchos ataques -especialmente contra chicos- se producen cuando los amos no están presentes «porque estos perros siempre están buscando imponer su propio liderazgo».
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