Mitad estrategia de contención social, mitad modelo alternativo de desarrollo económico, casi todos los municipios volvieron a poner al rey Momo en el centro de su agenda de gestión.
La ciudad de Colón no quedó afuera de la movida y lanzó ColonBAires 2005. La organización está a cargo de los clubes Alianza, Fortín, Barracas, Círculo Italiano, Racing y Porteño con la colaboración de la Municipalidad de Colón.
El Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires brindó su ayuda y podremos contar con la presencia y actuación de Antonio Tarragó Ros. La Secretaría de Deporte y Turismo bonaerense envió un subsidio para que se brinde un buen sonido.
Los preparativos fueron muchos y los resultados se vieron el último fin de semana.
La comparsa presenta a más de 100 integrantes, desfilaron carrozas, y estuvo nuevamente la alegría presente. También actuaron los grupos bailanteros y como en aquellos carnavales que organizaba Club Rácing en los boulevares 50 y 17, donde actuaron Palito Ortega, Valeria Linch (entre otros) o más cercanos en el tiempo los carnavales que estableció el Consejo de Discapacitados, la gente siempre respondió a esta convocatoria.
El plato fuerte este fin de semana será Antonio Tarragó Ros y un interminable repertorio que representa nuestra cultura como país.
El corsodromo está ubicado en Plaza San Martín (nunca tan bién elegido) y seguramente se llenará de una sana alegría.
Una Forma de Integración
Goethe dijo una vez que «el Carnaval es una fiesta que nadie le ha otorgado al pueblo, sino que el pueblo se dio a sí mismo». Quizá por eso, hace 23 años, la dictadura de Videla, Masera y Agosti, prohibía los festejos carnavalescos y mediante la ley 21.329 eliminaba los dos feriados tradicionales (esperamos que en el 2006 se instituyan nuevamente).
Fue el comienzo del fin del esplendor que la fiesta tuvo en los años 60 y 70, una decadencia a la que contribuyó la prohibición de los corsos que rigió en la Provincia, ya en democracia, como una estrategia para contener el avance del cólera: decían que los puestos de venta de comida en los corsó- dromos no eran limpios.
Pero esa mezcla de clases que es definitoria del carnaval -y que se remonta a sus orígenes paganos y medievales, cuando era la época del año en que los mendigos se transformaban en reyes y los poderosos en objeto de burla- es ahora rescata como un elemento de contención social. Colón también participa (como otras tantas ciudades bonaerenses) en recuperar una fiesta que había sido muy popular años atrás.
El autoritarismo siempre intuyó que vivía en lo profundo del espíritu del carnaval, y por lo que, siempre que pudo, silenció una fiesta que ahora renace.
En nuestra ciudad comenzó un camino que no debe tener retorno. Más allá de los gobiernos municipales de turno y de la crisis económicas que podamos pasar, los carnavales son parte de nuestra identidad.
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