Según la justicia, la trabajadora sexual no es confiable por algunas actitudes que demuestra en la propia sede judicial. Como se recordará, la mujer haría declarado que había sido subida a una camioneta cuatro por cuatro y una persona identificada como Felipe, la trasladó con otro hombre a 21 y 60.
En el lugar la obligaron a presenciar el 7 de diciembre de 2003, el homicidio de Espindola. El supuesto hombre perteneciente a la «mafia de la prostitución» no pudo ser ubicado por la pesquisa en la región a igual que la camioneta en que se movilizaba.
En la última declaración la mujer habría involucrado a un comerciante local. El hombre -según los dichos de la prostituta- la subió a un vehículo y la llevó a ver como disparaban el escopetazo contra «King Kong». La versión dada no es creíble y tiene contradicciones marcadas.
El comerciante debió declarar en la causa judicial a causa de los dichos de la suripanta, aunque la justicia no tendría sospechas sobre su conducta.
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