Montañas de papeles y cartones enfardados pintan el paisaje. El ruido constante de las viejas máquinas penetran los oídos de los operarios. Se trata de una vieja fábrica platense, que se puso en marcha el 24 de junio de 1950 y tras sufrir dos veces la quiebra aún sigue resistiendo. La ex fábrica San Jorge, actual Cooperativa de trabajo Unión Papelera Platense, ubicada en la ciudad de La Plata, es una de las 70 fábricas de la provincia de Buenos Aires que lograron ser recuperadas por el esfuerzo de sus trabajadores. Actualmente hay 16 procesos de expropiación en la Legislatura, por los cuales la Provincia debería comprar las fábricas para que los trabajadores las puedan explotar, sin embargo no hay dinero para realizar esa operación. El fenómeno de fábricas recuperadas se desató con la crisis económica que produjo cinco mil quiebras en el país y hasta ahora se lograron recuperar unos 12 mil puestos de trabajo.
La historia
Con desalojo policial de por medio, en la calle y sin salarios desde hacía algún tiempo los obreros de la quebrada San Jorge decidieron organizarse y levantar la papelera. En este caso, los dueños presentaron quiebra; ya no se producía nada y hasta habían sufrido el corte de los servicios básicos, como la luz y el gas. El proceso de recuperación de fábricas por parte de los trabajadores, bajo distintas modalidades y estrategias de gestión ha logrado instalarse en el país, y principalmente en la Provincia, como consecuencia de la crisis económica desatada en 2001. El denominador común que ha impulsado este proceso es el conflicto de los trabajadores por su falta de salarios y cargas sociales adeudadas por las empresas, y un destino signado por la expulsión del sistema socioeconómico.
«Al momento de la quiebra, quedamos todos afuera. Al principio, trabajaban unas 60 personas en la planta. El dueño era una familia, y cuando se muere el hombre se quedan la viuda, una hija y su esposo, pero esto comienza a venirse abajo. Era un hecho que ya se veía venir», dijo Pedro Montes, un operario que hace más de 20 años trabaja para la papelera y actualmente es el presidente de la cooperativa que se conformó tras el cierre de la fábrica.
Los empleados habían dejado de cobrar sus sueldos hacía un buen tiempo e intentaban salir adelante con lo que podían. «El que tenía una changa se iba», dijo este trabajador nacido en Rojas, ciudad bonaerense, que no conocía lo que era una cooperativa hasta el momento que vio que su espacio de trabajo iba a desaparecer.
Eduardo Amalvy, senador provincial del PJ que trabaja junto a estos movimientos en la región, explicó que «este es un fenómeno que se da a partir del año 2000 con el derrumbe de la economía. Hay distintos movimientos y distintas formas de encarar el cooperativismo. Tienen diferencias entre ellos por la forma de conducción. El mecanismo es igual».
Los pasos a seguir
Los pasos son: proceso de quiebra, ley de expropiación y el traspaso a los obreros. «Desde nuestro lugar, es indistinto, nosotros trabajamos para elaborar nuevas leyes que permitan recuperar fábricas y empresas en quiebra, para reinsertarlas en el proceso productivo general de la Provincia», agregó Amalvy.
Actualmente, existen entre 15 proyectos de expropiación en el senado bonaerense y uno más en la cámara baja. «La ley de Expropiación funciona como un paraguas jurídico, para que los trabajadores ganen tiempo, ingresen a las fábricas y formen comisiones de trabajo», opinó el legislador. En realidad, esta ley se otorga una vez que el ministerio de la Producción establece si dicha fábrica es viable o no. Si lo es, el Estado expropia los bienes y la cooperativa conformada por los trabajadores tiene un plazo de dos años para abonar la deuda. «El ejecutivo también advierte que no tiene dinero para sostener este ritmo de expropiaciones que llevábamos, así que estamos tratando de destrabar la situación para seguir avanzando», expresó el senador.
El representante de uno de los movimientos que nuclea esta actividad, Juan Garay, de la Federación de Cooperativas de Trabajo (Fecootra) explicó: «Lo primero que hacemos cuando una empresa quiebra es tratar de que se convierta en una cooperativa. Para poder expropiar la empresa en decadencia es necesario tener una figura jurídica al efecto de presentarte al juzgado».
La expropiación la realiza la Provincia. «Pero sabemos que ella no va a poner la plata, entonces es un compromiso de este grupo de trabajadores que compone la cooperativa juntar el dinero. Cuando no llegamos a ese límite de dos años se está pidiendo una prórroga de tres años más», explicó Garay.
Así lo hizo la cooperativa Unión Papelera Platense. A los dos años se terminó la expropiación y volvieron a cero. Desalojar la planta y a remate, porque el gobierno de la Provincia dijo que no tenía fondos para enfrentar nuevamente la donación. La quiebra, entonces, estaba valuada en 1 millón 200 mil pesos. La cooperativa volvió a gestionar, para ver si se podía ampliar la ley por dos años más. Finalmente, les otorgaron la expropiación por cuatro años más. Pero al no recibir un apoyo económico la cooperativa decidió acercarse al juzgado para averiguar cómo podían hacer para comprar la planta. «Se hizo una nueva tasación y, finalmente en mayo de este año, salieron adjudicados por 2 millones de pesos, a pagar en 15 cuotas consecutivas, de 150 mil», relató el presidente de Unión Papelera Platense. «Este cambio lo trajo la necesidad de conservar una fuente trabajo y la de sobrevivir. Tratar de pucherear con los sueldos, porque empezamos cobrando 20 pesos por semana. El asunto está en empezar de nuevo, cuando uno ve que se está evolucionando, y que la gente ha puesto mayor esfuerzo que con San Jorge y sin cobrar», contó Mario Deblasis, un italiano radicado en el país que es mecánico industrial y trabaja para la papelera hace 50 años.
Actualmente, la fábrica está trabajando con el mercado local, generalmente con el gran Buenos Aires y con algunos del interior. «Los próximos meses empezamos a trabajar para Río Negro, Mendoza por el papel para la fruta», acotó Pedro Montes. Esta papelera platense es la segunda fábrica recuperada, lo que la constituye en una de las pioneras de este movimiento. La primera en Argentina es la ex Gip-Metal S.R.L., de la localidad bonaerense de Sarandí, partido de Avellaneda. Todo comenzó el 22 de agosto de 2000. Ese día los trabajadores recibieron los telegramas de despido porque se había decretado la quiebra por pedido de sus propios dueños. Advirtieron que algo raro pasaba, entonces tomaron la decisión de ingresar a la planta para permanecer en resguardo de los bienes y hasta tanto se aclare la situación.
Luego vino el intento de desalojo, la resistencia, la formación de la cooperativa de Trabajo Unión y Fuerza, el alquiler de las maquinarias y la primer ley de expropiación de una planta fabril, el 16 de diciembre de 2000.
El 8 de enero de 2001 fue el primer día de trabajo de estos pioneros de la recuperación del trabajo por sus principales actores, los obreros. Al inicio, eran 54 trabajadores. Hoy son 84. Llevan adelante la producción, venta, administración, comercialización y gerenciamiento de la fábrica. Se han capacitado en forma directa y demostraron que los trabajadores pueden hacer producir una planta industrial. Este fue el ejemplo que siguieron los demás trabajadores que a la fecha han recuperado alrededor de 130 f ábricas, de las 5 mil que han quebrado en todo el país, y lograron recuperar unos 12 mil puestos de trabajo.«Lo mas importante en una cooperativa de estas es que la gente tiene que entender que no estamos trabajando bajo patrón sino que lo estamos haciendo para nosotros y para la sociedad», resumió el operario italiano de 74 años, que actualmente trabaja no sólo por el dinero sino por la necesidad de sentirse ocupado
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