En las últimas semanas Colón Doce viene alertando sobre el destino de los envases de plaguicidas (agro químicos). En anteriores notas dijimos que son taridos desde distintos lugares al casco urbano, y que una recorrida general nos puede alertar sobre que estamos sentados sobre “una caja con explosivos”.
Además agregamos que se debe tener en cuenta el cumplimiento de las normativas provinciales para su almacenamiento, tenencia y uso. Por otra parte existen ordenanzas especificas sobre la aplicación de los mismos que se debe cumplimentar (distancia de la planta urbana).
Actualmente se estima que unos mil productos están en uso y cualquiera de ellos de no seguirse las normas vigentes puede causar un desastre ecológico de envergadura o simplemente intoxicaciones focalizadas.
El control debe ser severo, debido a que toda la población esta expuesta a la exposiciones de plaguicidas sean laborales, medio ambientales, alimentarias y hasta intencionales como (suicidios y homicidios).
Estas exposiciones se pueden dar por intermedio de aplicadores ( en muchas ocasiones se los puede ver circular por el casco urbano), a través de la contaminación del agua, aire y alimentos.
En nuestra ciudad podemos señalar sin temor a equivocamos que no existe una bioseguridad para el uso de plaguicidas.
La zona
Colón Doce comenzó una serie de consultas para determinar cuales son los efectos del mal uso de plaguicidas en nuestra zona. Un trabajo de la Dr. Adriana Torigino determinó la punta de un iceberg que nos señala la peligrosidad de los mismos.
El estudio esta realizado sobre casos atendidos en Pergamino donde también por proximidad se atendieron casos de Colón. En la vecina ciudad se encuentra el departamento de Toxicidad al cual se asisten los casos graves de la región.
En el centro se han atendido más de un centenar de casos con un cuadro clínico de moderado a grave y que estaban intoxicados con plaguicidas. El estudio se basa sobre 122 casos atendidos.
En el 38 por ciento las intoxicaciones son accidentales.
La mayoría de ellos ocurren en personas cuya actividad no tiene relación con el campo.
En la generalidad son niños de corta edad que toman relación con el plaguicida porque el mismo se aplicó en un sitio incorrecto, o fue trasvasado a un recipiente no original y llevado al domicilio o perido micilio del intoxicado.
En la parte laboral los casos de intoxicados alcanza al 35 por ciento de los atendidos.
En este caso son hombres que aplican plaguicidas.
Tienen entre 17 y 65 años, en general no usan equipo de protección y no realizan la higiene posterior al uso.
En cuanto a los accidentes medioambientales corresponden al 10 por ciento de las intoxicaciones y ocurren porque se contaminó la tierra donde el niño juega, el plaguicida llegó con la deriva luego de una fumigación terrestre o aérea o contaminó el agua de consumo de una casa.
En las tentativas de suicidio, la vía de absorción es la oral. Las dosis son mayores y el cuadro generalmente es más severo.
En otros casos se refiere a otros motivos entre los que se halla el hobby de la huerta y la jardinería. Sin el asesoramiento adecuado de un profesional se llegan a utilizar plaguicidas no aptos para cultivos hortícolas ni jardinería, provocando intoxicaciones que se hubieran evitado.
En tanto los intoxicados son en un 27 por ciento con sustancias peritroides, 23 por ciento otros herbicidas, 5 por ciento herbicidas, 15 por ciento raticidas.
Los casos emblemáticos
En el estudio de la científica existen varios casos atendidos en Pergamino:
* Una niña de 3 años ingresa a las 13.30 al Hospital San José con un cuadro de excitación psico- motriz, inestabilidad en la marcha y falta de deseos de comer.
La familia refiere que son de un pueblo del Partido de Pergamino, que la niña es sana y que estuvo bien hasta esa mañana.
Durante la noche presenta tos. A las 3:30 de la madrugada instala de manera súbita insuficiencia respiratoria acompañada de aumento de secreciones bronquiales, vómitos, diarrea, sudoración profusa,
taquicardia y convulsiones que no ceden con medicamentos anticonvulsivos.
Se sospecha una intoxicación aguda por COFA y se trata con oxígeno, atropina y sostén avanzado de terapia intensiva.
Al reinterrogar a los familiares se detecta que la niña tenía pica (se llevaba todo a la boca) y entre otras cosas comía tierra.
Esa mañana había estado jugando en un montículo de tierra donde sus familiares habían limpiado un camión de transporte de cereales. Los estudios bioquímicos de orina dieron positivos para metamidofos.
La paciente evolucionó bien y en 20 días recuperó la función de la acetilcolinesterasa.
* Varón de 46 años de edad, oriundo de una localidad cercana de Pergamino que ingresa al Hospital derivado por tentativa de suicidio por ingestión de malatión.
El paciente ingresó lúcido con signos bronquiales y abdominales, bradicárdico. Al interrogarlo refiere haber tomado unos 200 ml de una preparación .
Se le realizó lavado gástrico y se pidió a la policía de la ciudad de procedencia la identificación del producto.
Resultó ser clorpirifos y fue tratado en consecuencia revirtiendo el cuadro clínico. Tres días después de pasar a la sala general reingresó a terapia intensiva por presentar un síndrome intermedio requiriendo nuevamente atropina y más días de internación en UTI.
* Varón de 19 años, estudiante universitario que tratando de convencer a su padre, quintero, de la inconveniencia del uso de ciertos plaguicidas en la huerta, decide eliminar todos los restos que su padre conservaba en un galpón, entre ellos paratión, quizás por impericia, el joven sufrió una intoxicación aguda moderada que revirtió con el tratamiento apropiado.
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