Existen varias teorías que sostienen que la escuela está en crisis. Una crisis que se ve reflejada en el bajo nivel académico, la deserción, la pérdida de los fines, la tensión entre lo cognoscitivo y lo social afectivo, etc.
Este resquebrajamiento del sistema educativo se ve favorecido en el marco de una ya desacreditada y desvirtuada reforma en esta área que comenzó a implementarse unos años atrás: la Ley Federal de Educación, que ejecutó un modelo que fue aplicado en España desde finales de la dictadura de Franco hasta los últimos años de la década de los 80.
Con el advenimiento de la crisis de la cultura moderna se vio afectada la escuela vigente en la actualidad, ya que la misma corresponde a dicha cultura, respondiendo a sus valores, patrones y propuestas. La escuela se constituyó en uno de los instrumentos para lograr la utopía de la modernidad y es por ello que comparte las vicisitudes y frustraciones del propio proyecto burgués.
Es por ello que la escuela, edificio clásico de la modernidad, en apariencia sólido hasta hace unos años, comienza a desmoronarse sin que se vean propuestas para una reconstrucción alternativa. Esta institución presenta una imagen obsoleta, resultando dificultoso la competencia de la misma con los medios de comunicación, cuyo reinado prima en los últimos años.
Como consecuencia de ello los docentes parecen ser desplazados por la devastadora fuerza de los hechos, por la vertiginosa sucesión de acontecimientos que convierten rápidamente en obsoletos sus prácticas y contenidos.
La posmodernidad como conmoción cultural, como punto de quiebre de el proyecto de una época, supone profundas transformaciones en las instituciones que tienen como función la formación del individuo.
El empobrecimiento y disgregación de la familia moderna, el acortamiento de los tiempos que imponen los medios de comunicación y la implementación de un modelo consumista, inscriben fuertes huellas en el educando de nuestros días.
¿Cómo acercar la escuela a los tiempos propios de la tecnología y el conocimiento? ¿Cómo se logra minimizar la ruptura entre el aula y lo que acontece fuera de ella? ¿Qué transformaciones necesita la escuela para encontrarse con su sociedad?
Como plantea Martín Barbero “¿Cómo insertar la escuela en un ecosistema comunicativo que sea a la vez experiencia cultural, entorno informacional y espacio educacional difuso y descentrado?
Ya no podemos creer que son antagónicos la escuela y los medios de comunicación audiovisuales. Ya no se escribe ni se lee como antes, se produjo una reestructuración del saber, el imaginario y la creación.
Es por ello que debe aplicarse un uso creativamente pedagógico y crítico de los medios (Televisión, video, computadora) Esto es factible de ser puesto en práctica en una escuela que transforme su modelo centrado en la secuencia lineal a otro descentrado y plural, más acorde al hipertexto.
Es sistema educativo debe plantearse una reestructuración de carácter urgente como institución, capaz de poner freno a las distancias que la separan de la sociedad misma. Este cambio debe involucrar patrones que incluyan la pluralidad del país y la universalización del conocimiento.
La escuela debe ser un espacio de intercambio con significancia social. La educación debe tratar de iluminar un presente para construir un futuro que tenga significación. Un desafío que nos involucra a todos
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