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12/08/2004
Por agroquímicos y azúcar

Estafador de colonense ataca de nuevo


rosario-aduana1308 (14k image)El estafador de la Aduana de Rosario que timó a un colonense volvió a atacar. Esta vez la víctima fue un empresario cordobés que se convirtió en la nueva víctima de una maniobra defraudatoria , utilizando como escenario el viejo edificio de la Aduana en Rosario.


El ardid usado por el estafador es la venta de mercaderías confiscadas por el organismo estatal, y que permite a la banda quedarse con el dinero de sus víctimas. La operación, que tiene numerosos e idénticos antecedentes en los últimos dos años, fue denunciada. En esta ocasión, el hombre damnificado perdió la suma de 7.300 pesos con los que pretendía comprar una partida de azúcar. Y los investigadores sospechan que detrás de la maniobra pueden estar las mismas personas que fueron apresadas en abril del año pasado por las viejas denuncias y que recuperaron la libertad bajo fianza algunos meses después. Es que el timador volvió a utilizar uno de los apodos esgrimidos anteriormente por el implicado en los hechos anteriores. La nueva víctima fue identificada por fuentes policiales como José Alberto Aparici, de 40 años y con domicilio en la ciudad de Córdoba.


Según trascendió, el empresario es dueño de una fábrica de jugos y se enteró a través de internet de la existencia de una partida de azúcar decomisada por la Aduana de Rosario que iba a ser puesta a la venta a precios muy convenientes. Entonces hizo el contacto para adquirir la mercadería. Su primera comunicación fue con un comisionista salteño que se identificó como Facundo Alvarez, quien a su vez lo relacionó con un presunto operador aduanero rosarino. Así las cosas, Aparici llegó a Rosario y se hospedó en un hotel de calle San Luis al 1200 donde se encontró con su contacto, quien se presentó con el nombre de Marcelo Ibáñez, el mismo que utilizó en varias ocasiones un hombre apresado el año pasado después de perpetrar varias estafas iguales.


Tras un diálogo en el bar del hotel, el tal Ibáñez acompañó a Aparici hasta el edificio de la vieja Aduana. Ya en el segundo piso del complejo, el presunto operador dijo a su cliente que después debía retirar la mercadería de un depósito de Iriondo 80 (domicilio inexistente ya que esa calle empieza al 100) y lo apuró con la entrega del dinero con la excusa de que «el empleado que tiene que firmar el despacho de la carga se tiene que ir». Entonces Aparici le dio 7.300 pesos y vio como el hombre ingresaba a una oficina de la cual nunca más lo vio salir. Tras esperar algunos minutos y averiguar entre los empleados el destino de Ibáñez, el empresario cordobés entendió que había caído en una trampa

Colonense


El cuento del tío tiene como principal gancho la avaricia de las víctimas. En abril del 2003 el estafador se hizo pasar por el abogado Monticello cuando habló por teléfono con dos productores agrope- cuarios. Uno de ellos domiciliado en nuestra ciudad y que fue timado en 8 mil dólares. El primer pago se realizó en el interior de automóvil en un trayecto de la Ruta 8 frente al Aero Club de Colón y el segundo pago en un bar, ubicado a una cuadra de los tribunales provinciales de Rosario. El “gancho” fue la venta de agro- químicos a bajo precio.


El estafador argumentó a la víctima que había “ una partida decomisada de agroquímicos en la Aduana de Rosario y por un unos pesos se podía hacer que el Juez a cargo de la causa judicial podía sacar los agroquímicos”. El colonense además avisó del negocio redondo a otro productor de Hughes que bajo el mismo cuento del tío fue timado en otros 8 mil dólares. Colón Doce descubrió estos casos y con periodistas de La Capital siguieron de cerca el itinerario de los estafadores. El colonense se negó al reconocimiento del estafador y tampoco radico la denuncia lo que permitió que el timador saliera en libertad. Este con residencia en Firmat, dio como domicilio falso la localidad de San Lorenzo y los productores de Colón y Hughes, cuando llegaron en busca de la mercadería se encontraron con un terreno baldío.


También la misma persona realizó otras estafas :
* Bernardo García, un empresario oriundo de la localidad salteña de Metán, denunció en febrero de 2003 haber sido víctima de una maniobra defraudatoria mediante la cual perdió 10.600 dólares. García se había contactado mediante correo electrónico con la empresa fantasma Discor, con asiento en Córdoba, para concretar la compra de una partida de 5 mil litros de herbicida. El empresario estuvo a las 7 de la mañana de ese día en el segundo piso del viejo edificio de avenida Belgrano, donde ya la Aduana no funcionaba, y estableció contacto con una persona identificada como Juan Carlos Peralta, supuesto auditor general del organismo, quien se presentó junto a su falsa secretaria. Tras un breve diálogo García entregó el dinero a la pareja y con la excusa de hacer el respectivo comprobante de pago, Peralta y su secretaria ingresaron a una oficina, momento desde el cual el empresario nunca más los volvió a ver.


* Al conocerse públicamente ese caso, salieron a la luz al menos otros dos hechos anteriores. El golpe más espectacular de la serie se había concretado el 20 de julio de 2002 cuando un cerealista de la localidad bonaerense de Piedritas fue estafado en 153.600 pesos tras caer en la trampa de los timadores, que le habían ofrecido un container con agroquímicos. En aquel momento, la cara visible de la maniobra fue una mujer que se hizo llamar Norma Vidal aunque cuando el empresario llegó a la vieja Aduana para concretar la operación el contacto fue un tal Mauricio Tolosa, acompañado por su secretaria, Gladys Norma Boix.


* Otro caso tuvo como damnificado a un empresario de Arrecifes, a quien los estafadores citaron en la Municipalidad rosarina para cerrar la operación de venta de un lote de repuestos automotrices por valor de 4 mil dólares. Dentro del edificio de avenida Belgrano, una vez más se repitió la operación.
* En abril de 2003, el empresario Miguel Plascencia llegó desde Salta con 3 mil pesos en efectivo para concretar la compra de una cosechadora Massey Ferguson que había cerrado en 12 mil dólares a través de una página de internet. Primero se reunió con el estafador en una oficina de Mendoza al 1200, desde donde juntos fueron hasta la vieja Aduana. Allí la maniobra se reiteró una vez más y el falso agente aduanero, que se presentó como Ibáñez, se alzó con el dinero.


Libertad


El supuesto estafador serial que operaba en la Aduana de Rosario hasta abril del 2003, cuando fue capturado, resultó beneficiado con una resolución que lo puso en libertad por falta de mérito pagando una fianza de 20 mil pesos. El tiempo pasó y ahora el estafador que debe contar con un importante apoyo en algun repliego de la Aduana o de alguna fuerza de seguridad vuelve a actuar.
Otro caso muy particular, es la bronca que se van a agarrar algunos dirigentes cuando se enteren del pacto político que se va a parir en los próximos meses. Decimos parir porque el acto de concepción ya se realizó.


Las puteadas se van a sentir desde varios kilómetros y mejor será estar lejos cuando el chimento trascienda y se pueda comprobar en la práctica. ¡Mama mía! ¡Mama mía! ¡Mama mía!...otra caso impensado.


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