(Por Victor Calvigioni) En la economía de nuestro país existe una dicotomía muy llamativa. Los diagnósticos de los economistas “panelistas” en programas de televisión están contrapuestos a la economía de ” Mesa” que deben sufrir el setenta por ciento de los argentinos.
En esta argentina con lágrimas en los ojos, los ecónomos showman, están cada vez más parecidos a los reality producidos en la década de los noventa por Canal 9, donde actuaban Guido Suller, Jacobo Winograd, y compañía.
En el presente la comunicación social, avanzó y debieron dar “una vuelta de tuerca”, a esas memorables peleas en vivo y en directo. En este mundo kafkiano inundados de dólares, tasas de interés, corridas bancarias, funcionarios haciendo discursos en la inmensidad de la Patagonia, acompañados por cuatro alcahuetes y donde al pueblo se lo denomina “Gente” para despersonalizarlo, todo puede suceder. Se podría señalar también a la economía argentina como “maquina tragamoneda”. En este antes sin después de los irracionales con suerte al país se le pueden alinear cinco “uvas” y podemos ser “tipos” millonarios por un rato.
La contrapartida en este mundo “Cambalache” donde Enrique Santos Discépolo diría sin equivocarse «… y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia junto a un calefón…» se encuentra entre los fierros de una morsa de taller, decenas de miles de compatriotas que deben sentarse a la mesa dos veces por cada jornada, tendiendo al reducidismo, no por teoría si por el número de veces que se ponen los platos sobre ella
No hay dudas. Existe un pueblo que sufre, y para peor diría mi abuela, no existe empatía de nuestros gobernantes (oficialistas y opositores), total la “gente” no tiene rostro.
Los economistas “showman” no se enteraron que deberíamos cambiar el calendario gregoriano porque al mes le sobran ocho días. El tema podría ser no descartado por los actuales gobernantes, y sería la solución perfecta, para “tomar” vacaciones mucho más seguidlo.
Pero si vamos a lo singular a la semana le falta un sábado con salida a cenar y un domingo con asado y vino tinto.
En esa economía de “Mesa” de los argentinos, la leche escasea, el queso se volvió invisible, la carne vacuna es una cosa irreal.
Las panzas y los rollos cada vez se notan más debajo de las remeras gastadas.
Los dietólogos son una entelequia. Cada uno de nosotros por razones de bolsillo, comemos papas, fideos y arroz de tercera marca. En la heladera familiar la manteca, las frutas y las hortalizas son bienes enajenados. Ya muy pronto la propia heladera será la enajenada. Sin embargo “No enderezamos el barco” y la televisión se convirtió en la “Casa de Gran Hermano” pobladas de economistas. Muchos de estos “científicos de los números” si salen a la calle se tropiezan con los cordones de la vereda como los presos institucionalizados cuando terminan sus condenas.
Por último, con tantos economistas dando vueltas, porque el país tiene tantos problemas (valga la redundancia) económicos.