23/08/2002
Editorial: Por la Licenciada Cynthia Calvigioni
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Caos en la ciudad. Hechos de violencia se suceden cada fin de semana. El accionar policial tras los últimos incidentes en un bar céntrico fue bochornoso. ¿Quién se hace responsable de la seguridad de los colonenses? Madrugada de sábado en la ciudad de Colón.
Gran cantidad de jóvenes aún se encuentran en los bares - pubs ubicados en las calles céntricas. Todo parecía indicar que la noche terminaba. Pero se desata el caos, al que nos estamos acostumbrando cada fin de semana. Dos jóvenes ingresan a uno de los bares, ubicado en 47 y 20 y comienza a romper todo lo que encuentra a su paso: así vuelan botellas, sillas, vasos. Los gritos y la confusión son enormes.
La gente empieza a salir del lugar y se concentra en la vereda. Es allí cuando, tras 10 minutos, recién llega la policía. Y aquí mis primeros interrogantes: ¿Porqué si la policía sabe a que hora cierran estos lugares de diversión nocturna, en los cuales se vienen repitiendo escenas de violencia los últimos fines de semana, deja la “zona liberada” y no se encuentra presente? ¿Se quiere dejar trabajar con tranquilidad a los delincuentes?
Los intocables
Tras destrozar gran parte del bar los dos delincuentes que iniciaron la gresca salieron y comenzaron a pegarle a la gente que se encontraba en la vereda mirando. Poseían cascotes, que arrojaban con total impunidad hacia la vidriera de los comercios lindantes. La impotencia se hizo presa de muchas de las personas presentes, que eran espectadoras de semejante espectáculo. Los policías, 4 en total, solo miraban como estos dos jóvenes, cuyas edades no superaban los 17 años, seguían cometiendo actos vandálicos.
No reaccionaron. La gente enardecida les pedía que los detuvieran. Uno de los efectivos, en un momento de tensión, lo agarró de un brazo y lo soltó segundos después. Eso fue todo el accionar contra los delincuentes.
Minutos más tarde, los vándalos volvieron al escenario de 47 y 20, tras haberse retirado previamente del lugar con total libertad. Uno de ellos sosteniendo un palo. En ese momento los agentes policiales comenzaron a disparar balas de goma, hiriendo a uno de ellos. Pero lo insólito fue que siguieron tirando, esta vez apuntándole a la gente que se encontraba mirando atónita y llena de indignación lo sucedido.
Y aquí más interrogantes: ¿Por qué no se llevaron detenidos a los delincuentes? ¿Qué oscura trama se esconde detrás de todo esto? ¿Por qué dejaron que el problema se agravara y que los vándalos actuaran con total libertad?
¿Por qué permitieron que agredieran a personas inocentes? ¿Qué esperan para comenzar a desempeñar sus funciones con idoneidad y eficiencia? ¿Por qué se llegó a tal grado de inseguridad en Colón? ¿Por qué los comerciantes céntricos tienen que verse obligados a cambiar sus vidrieras con frecuencia, con los costos que esto requiere en una época de crisis económica?
Maldita policía
Fue un momento de confusión, nerviosismo, cargado de indignación e impotencia. La policía convierte a las víctimas en victimarios. ¿A qué intereses responde la autoridad policial? ¿Qué estamos esperando? ¿Qué alguien inocente muera porque en una pelea resulte herido con un arma blanca o un botellazo, sin quizás haber sido partícipe de la pelea? ¿Qué sigan rompiendo vidrieras de los comercios y produciendo actos vandálicos a las casas?
¿Qué se llegue a un acto de crimen o violación? ¿Qué resulte herido alguien en la represión que ejecuta la policía, que tira balas de goma sin discriminar a quien?
¿Solo así se comenzará a trabajar sobre estrategias de prevención del delito o en el esclarecimiento de hechos delictivos?
Son muchos los interrogantes que la autoridad policial debe replantearse, porque su función es brindarle seguridad a la población.
El que calla...
No podemos dejar de mencionar el rol protagónico que los políticos juegan en esta situación. Nuestro intendente, nuestros concejales deben trabajar con mayor esfuerzo para brindarle protección a sus ciudadanos. Por último no olvidemos nuestro papel. No nos quedemos adormecidos. Debemos reclamar nuestros derechos, exigir a las autoridades políticas y poli-ciales locales la seguridad que hasta hace un par de años poseíamos los colonenses. Demandemos, hagamos oír nuestras voces. Porque algo no está funcionando bien y si seguimos callados seremos cómplices de esta situación
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