24/05/2002
Ilícitos en Colón: "El paraíso perdido
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Los delitos en nuestra jurisdicción son cada vez más violentos. Los delincuentes ya no les importa matar o morir. También la región aporta cacos para cometer ilícitos contra la propiedad.
En Colón desde hace un año se debate el tema de la inseguridad. La pregunta que deberíamos hacernos sería ¿Porqué Colón debería ser una ciudad segura?.
En un contexto generalizado donde existe pocos policías, creciente consumo de droga y alcohol, patrulleros en mal estado de mantenimiento, quite de horas Cores (extras policiales), aumento de pobreza y margi-nalidad, un Foro de Seguridad que no funciona como debiera y falta de una política coherente, la respuesta sería ¡En estas condiciones podríamos estar aún peor!.
Los delitos son cada vez más violentos y vamos a repasar luego de una investigación que realizó Colón Doce como se desarrollaron algunos de los últimos hechos.
Abastecedor
Roberto Berruti es propietario de la distribuidora «Dipanco» de Rojas que recorre las panaderías de Colón vendiendo mejo-rador para el pan, nueces, pasas de uvas y dulce de leche .
El comerciante había terminado el recorrido habitual a las tres de la tarde y comenzó el regreso a Rojas.
Cuando dejó la ciudad de Colón y comenzó a circular por la Ruta 8, el abastecedor no se percató que una moto de 125 cc con dos jóvenes a bordo lo seguía a corta distancia.
Al llegar al Aero Club de Colón los modernos “piratas del asfalto” se pusieron a la par de la camioneta y le ordenaron al chofer que se detenga. El comerciante había depositado el dinero en un Banco de nuestra ciudad y tuvo miedo de sufrir represalias al no tener un botín para ofrecerle a los delincuentes.
La víctima aceleró y los cacos dispararon tres veces contra la carrocería. El rojense desesperado “tiró” el transporte contra la moto y los delincuentes -a pesar de correr riesgos físicos- no se amilanaron y volvieron a disparar contra Berruti en tres oportunidades.
Una de los proyectiles perforó la puerta y se incrustó en el dedo “gordo” del pie. El dolor insoportable no impidió que el comerciante volviera a “tirar” el vehículo contra los ladrones.
La moto perdió estabilidad y los jóvenes debieron realizar un gran esfuerzo para no terminar accidentados.
La maniobra le permitió al comerciante sacar una ventaja y así pudo huir. Al llegar a su pueblo natal realizó la denuncia y se atendió en un nosocomio por la herida recibida.
La pareja de ladrones sería de nuestra ciudad y las pericias de las balas determinaron que el arma que utilizaron era un revolver calibre 38 con proyectiles encamisados.
Foráneos
También existe delincuencia que estaría conectada por logística a cacos locales. Un hecho ilícito emblemático fue el robo de una camioneta. Según pudimos realizar la reconstrucción el hecho se produjo en el comercio Gon-Car de Héctor Gónzalez ubicado en calle 47 entre 13 y 14. El vehículo era propiedad de Ricardo Scarone.
Los dos delincuentes luego de apoderarse de la camioneta fugaron hacia la provincia de Santa Fe. El dúo realizó tres hechos a mano armada.
La camioneta sufrió percances en la caja de cambio y fue abandonada en una población cercana a Rufino. Para continuar su raid delictivo los cacos asaltaron a un hombre mayor y se apoderaron de una cuatro por cuatro .
Un policía encontró la primer camioneta y por la batería recién adquirida y que tenía una calcomanía a nombre de la fábrica DIP, pudo establecer mediante un llamado telefónico a esta empresa, la procedencia del vehículo.
A las pocas horas los malvi-vientes también abandonan la cuatro por cuatro, no sin antes perforar los neumáticos con un cuchillo o cortapluma.
Los delincuentes fueron perseguidos y en Venado Tuerto los uniformados santafesinos realizaron sendos allanamientos deteniendo a los cacos que resultaron tener un frondoso prontuario policial.
Campo
En la zona limítrofe de Carabelas y Colón existe una continuidad de asaltos y robos contra propietarios de campo. En la zona estaría actuando una banda dedicada a este tipo de ilí-citos. Se manejan con modernos vehículos, utilizan teléfonos celulares e ingresan a los campos asaltando a sus moradores.
En Carabelas hubo reunión de productores con la policía y los mismos instalaron modernas alarmas para su protección.
Recordemos que la primera víctima de la inseguridad en Colón fue el joven Patricio Matkovic muerto en la estancia El Porvenir cuando una banda de delincuentes ingresó al predio con fines de robo. El caso próximamente tomará estado público cuando se desarrolle el juicio oral y público en la Cámara de Pergamino.
Espiral
Los delincuentes comienzan un espiral de mayor violencia. Por su parte, la población en su gran mayoría se encuentra armada para proteger sus pertenencias. El resultado puede ser peligroso.
A esta altura de las circunstancias no se descarta otro hecho como el que le tocó vivir al joven Carlos Capeletti que mató a otro joven cuando habría ingresado con fines de robo a la quinta ubicada en cercanías de la Escuela 14.
Cabe destacar que los días previos a este suceso que con-mocionó la ciudad de Colón, existían versiones que indicaban que hubo otros convecinos que habrían disparado contra delincuentes.
Uno de los casos que se señala ocurrió en la zona de quintas, cuando un delincuente acompañado con un menor ingresó a un granja para robar aves de corral. El propietario habría alumbrado con un reflector y habría disparado con una escopeta. El delincuente recibió la perdigonada en la espalda y a pesar de la herida y el dolor pudo huir con rumbo desconocido.
También las versiones indican que un joven que se presentó en el Hospital Municipal con una herida de bala que podría ser calibre 22, habría sido herido en circunstancias parecidas.
En las últimas semanas habría habido varios disparos realizados contra malvivientes que ingresaban a propiedades rurales con fines de robo.
La situación es casi explosiva y en cualquier momento existe otro caso de “justicia por mano propia”.
Las consecuencias
Un convecino cuya quinta se encuentra cercana al barrio Rivadavia señaló que el espiral creciente de hurtos y robos llego a cambiar su vida familiar.
El productor fue víctima en varias oportunidades del robo de aves y lechones. Cansado del accionar delictivo que le ocasionaba graves perdidas económicas instaló una casilla rodante en el predio y se compró una escopeta.
El hombre todas las noches cena en su casa con su mujer e hijos y luego se dirige a la quinta para dormir en la casilla rodante.
La inseguridad llega a límites inimaginables. La mayoría de los comercios de Colón cierran sus puertas a partir de las 7 de la tarde y solo abren si conocen al cliente. El paraíso que era nuestra ciudad parece cada vez más lejano e inalcanzable.
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