05/04/2002
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Avanza la investigación
Un mes después son dos los presos recapturados por la policía bonaerense. La investigación comienza a tomar cuerpo y el fiscal Daniel Gómez tendría pistas sobre los procedimientos utilizados.
El domingo 24 de febrero tres presos de alta peligrosidad escaparon de los calabozos de Colón. Colón Doce desde un primer momento dudó de algunos aspectos de la inesperada fuga y así lo publicamos en edición del 1º de marzo donde argumentamos: “Se sospecha que hubo apoyo en el interior del edificio y el boquete en el techo pudo ser una maniobra para distraer o desviar la investigación. ¿Los presos pudieron salir por la puerta del calabozo?. Los presos Roberto Gómez y Edgardo Barreto fueron apresados en Pergamino. El tercero oriundo de Pavón Santa Fe e identificado como Oscar Mansilla sigue eludiendo el cerco policial.
El detenido Gómez fue trasladado a una dependencia de Junín y esta semana iba a prestar declaración ante el Fiscal Daniel Gómez. La causa va tomando cuerpo y casi no existen dudas de que los delincuentes contaron con apoyo interno.
La hora
Los investigadores no tendrían duda sobre la hora que ocurrió el escape. El testimonio de los vecinos es unánime. Aproximadamente a las 6.45 el perro, bautizado por Colón Doce como “Pichichus”, habría corrido a los delincuentes hasta el portón trasero. El ladrido del can podría haber despertado al vecindario, ubicando en tiempo y lugar la fuga de los detenidos.
“Pichichus” es un perro digno de ser estudiado. El can fue llevado desde cachorro a la comisaría y desarrolló un marcado rechazo a las personas que están en los calabozos. La historia extraoficial señala que habría evitado por lo menos dos fugas cuando los presidiarios intentaban realizar “trabajos” en los techos de las celdas. En la terraza de la comisaría, “Pichichus” al menor ruido en el sector de los calabozos corre al lugar y ladra aler-tando a la guardia.
Según trascendió, días después de la fuga de presos, dos efectivos policiales fueron a la terraza y arrojaban pequeñas piedras en los techos de las celdas. Los objetos al pegar contra las chapas realizaban un ruido imperceptible. El perro corría rápidamente y olfateaba todo el perímetro del calabozo para luego volver a su lugar habitual.
El propio comisario Roberto Silva no se explica algunas reacciones del perro. Según el testimonio del uniformado, meses después que algún preso queda en libertad y debe volver a la comisaría por algún trámite es reconocido por “Pichichus” y les ladra o quiere morderlos. La teoría es que en los calabozos cada individuo que pase un cierto tiempo se impregna de un olor característico que queda en la piel o las ropas y que el can reconoce incluso tiempo después.
La hipótesis
La hipótesis que va tomando cuerpo es la siguiente: Un policía pudo abrir la puerta del calabozo facilitando la fuga. El policía podía tener antecedentes por una “tranza” con mercadería ilícita y en poco tiempo más sería exonerado de la fuerza civil armada. El perro que estaba en la planta baja corrió a los malvivientes que salieron por una puerta trasera hasta el portón que estaba cerrado. El escándalo que hizo “Pichichus” fue escuchadopor el vecindario e incluso quedó varios minutos ladrando. Los ladrones podrían haber tenido un vehículo de apoyo. En el auto estuvieron varios minutos al tener vidrios polarizados y luego salieron de la zona sin despertar sospechas.
El agujero
La hipótesis que toma cuerpo señala que el agujero abierto en los fierros tipo construcción fue realizado para desviar la investigación. El espacio es muy chico y los prófugos de contextura mediana no podrían haber pasado, más teniendo en cuenta que esta a casi seis metros de altura y sin elementos (escaleras) para realizar la difícil maniobra.
Según se podría determinar el “imaginaria” encargado de cuidar a los presos pudo ausentarse por un breve tiempo para lavar el vehículo. En ese momento los presos escaparon por el techo. La teoría se desvanece con el correr del tiempo.
Una duda de los pesquisas y de los cronistas policiales sería quien realizó el boquete en el techo del calabozo. Los presos al realizar el trabajo hubieran despertado la ira de “Pichichus” por lo que existe la hipótesis de que alguien “traicionó” al can y aprovechó que era conocido para realizar el trabajo en forma externa (por fuera del calabozo) para desviar la investigación.
Las pruebas
La policía el mismo domingo de la fuga pidió una escalera a los Bomberos Voluntarios e intentaron pasar por el diminuto agujero. Los intentos de personas de contextura mediana e incluso chica fueron en vano.
El otro círculo a cerrar sería quien “cerró” el plan de la fuga. Según la hipótesis unos días antes un detenido fue liberado y sería el que último los detalles para sincronizar la fuga.
El costo para la policía fue muy alto. Cuatro policías –dos oficiales y dos suboficiales- fueron puestos en disponibilidad hasta tanto se llegue a una conclusión con la investigación. Los investigadores tendrían la presunción que la mayoría de los policías disponibles es ajeno a la situación y que lo máximo que “pecaron” fue de exceso de confianza. Los uniformados colonenses tienen la convicción que alguien los “traicionó” y que rompió el espíritu de la fuerza. Esta semana y la próxima puede haber grandes novedades. Barreto y Gómez deben declarar ante el fiscal Daniel Gómez. Una especie que circula con fuerza por algunos pasillos señala que los evadidos habrían contado o contarían los pormenores que rodearon la evasión.
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