15/02/2002
Crece el fenómeno por el mártir correntino
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Los seguidores en Colón del gauchito Gil
En los últimos tiempos se observó una serie de altares construidos en memoria del Gauchito Gil a la vera de la Ruta 8 entre Colón y Pergamino.
Crecen los devotos que se acercan a llevar pañuelos colorados y prender una vela a cambio de algún favor.
Las capillitas, son parte del paisaje a orillas de cualquier camino de Argentina. Nadie sabe bien quien las construyó y dejó por primera vez las velas y botellas con agua, banderas o pañuelos rojos.. Generalmente construidas en memoria de personajes legendarios con una fuerte carga de religiosidad condicionada a sus muertes. De esta manera, la representación de un acontecimiento religioso convive con una amplia gama de creencias, mitos, rituales, íconos, que diluyen los límites entre la cotidaneidad y los hechos religiosos: lo religioso impregna el acontecer diario.
En Argentina existe una larga tradición de santuarios a la orilla del camino.
La devoción a Ceferino Namuncurá (hijo de un cacique mapuche cristianizado y protegido por la Iglesia Católica) y a la Difunta Correa (Deolinda Correa, joven madre que en el siglo pasado debió huir de su pueblo con su pequeño hijo, murió de sed en el desierto, pero milagrosamente continuo amamantando a su bebe), son las más tradicionales. Además existen otros santos populares cuya devoción es más regional, como el Gauchito Gil y San La Muerte, en el Litoral; el Maruchito en Neuquén; y los angelitos difuntos en el Noroeste. Por otra parte, en los últimos años han surgido «santos» contemporáneos que en vida fueron muy populares y carismáticos, que fallecieron trágicamente. Es el caso de la cantante de bailanta Gilda, y del corredor de carreras de autos Osvaldo «Pato» Morresi.
Gauchito Antonio Gil
Cuenta la leyenda que el Gauchito Gil, Antonio Gil Nuñez, nació en la provincia de Corrientes, en la zona de Pay Ubre (actualmente Mercedes), aproximadamente en el año 1847.
Se conoce su historia a partir de su juventud, cuando se enamoró de una joven viuda que era pretendida por el comisario del pueblo. El policía, despechado porque la viuda lo rechazaba, comenzó a perseguir a Antonio Gil aprovechándose del poder de su autoridad, hasta que finalmente se enfrentaron en una pulpería. En la pelea el Gauchito Gil le perdonó la vida. Sin embargo, este episodio en lugar de beneficiarlo fue aprovechado por el policía para perseguirlo por atentar contra la autoridad y Antonio Gil debió huir del pueblo.
Por estos años, el país se encontraba en guerra con el Paraguay, y como tantos otros, Gil se alistó bajo las órdenes del General Madariaga. Durante cinco años participó de la Guerra de la Triple Alianza, que culminó bajo la presidencia de Sarmiento en 1870 cuando las fuerzas brasileñas capturaron y mataron al gobernante paraguayo, Mariscal Francisco Solano López.
Terminada la guerra, Antonio Gil fue convocado por el ejército federal para luchar contra los unitarios, pero como no estaba de acuerdo con los enfrenta-mientos internos del país, decidió huir junto a dos compañeros. Así comenzaron una vida errante huyendo permanentemente de la autoridad, y viviendo del ganado robado que compartían con los campesinos más necesitados. Casi un año después, una partida militar lo encontró dormido bajo la sombra de unos espinillos y lo llevó detenido a Goya. Pero apenas habían comenzado la marcha, los soldados lo tiraron al suelo, le ataron los pies con una soga larga y lo colgaron de un algarrobo cabeza abajo. Dirigiéndose al que lo iba a matar, el Gauchito pronunció sus últimas palabras:
– Cuando vuelvas a tu casa, encontrarás a tu hijo muy enfermo pero si mi sangre llega a Dios, juro que volveré en favores para mi pueblo.
Acto seguido, obedeciendo la voz de mando, el soldado le cortó el cuello.
Varios días después, cuando todos ya habían olvidado al Gauchito, el soldado que lo había matado volvió a su casa, y se encontró con su esposa desesperada porque su único hijo estaba muy enfermo. En ese instante recordó las palabras de Gil. Entonces volvió al lugar donde lo habían matado, enterró el cuerpo y le rogó al Gauchito por su hijo. Cuando volvió a su casa al amanecer encontró a su niño sano...
En Colón
En la ciudad de Colón parece que en los últimos años de la mano de la desesperanza y la necesidad prospero el culto al Gauchito Gil. Un Cronista de Colón Doce visitó uno de los tantos santuarios que se levantaron en su recordación. El mismo se encuentra sobre la Ruta 8 en cercanías del paraje denominado El Triángulo. El lugar tiene la imagen características del Gauchito Gil y existen varias velas encendidas y decenas de banderas rojas. Juan un seguidor del santo nos señaló: “ El gauchito cumple con los pedidos y los santuarios levantados son en agradecimiento de personas por los favores recibidos”. Agregó: “ los que le piden a Gil dejan una bandera roja y le prenden una vela, puede ser por la salud de un familiar, trabajo o simplemente agradecimiento”.
. Los fines de semana hay mucha gente que se llega al lugar –incluso autos último modelo- permanecen por varios minutos y luego se retiran”. Por otro lado se nota el creciente fenómeno, debido a que en pocos kilómetros se pudo observar varios santuarios similares construidos a la vera de la ruta.
La iglesia
La Iglesia Católica no admite que se lo equipare a un «santo», es decir, un modelo para la vida de los fieles, primero porque no se sabe casi nada de su vida, y segundo, porque para que alguien sea declarado santo necesita haber vivido su vida de santidad con relación a la comunidad cristiana, y de eso no existe el menor indicio. Lo que hace la Iglesia es aceptar el culto al muerto, es decir, cuando la gente viene a pedir una misa «en acción de gracias al Gauchito» no se la rechaza y se acepta rezar la misa no en acción de gracias sino por el «alma de Antonio Gil» que es una cosa distinta. Los que creen saben que los muertos acompañan y hay una cierta comunión de bienes y gracias. La Iglesia Católica trata de enseñar esto a la gente que pregunta por el Gaucho, sin por eso considerarlo «santo».
El Padre Julián Zini, que los correntinos humildes quieren y aprecian mucho porque es poeta, músico, filósofo y teólogo de la identidad cultural, suele decir que en realidad es «La Cruz» (de la tumba del Gauchito) la que hace los milagros, y que en el gaucho mucha gente vio (de manera casi inconsciente) el inocente muerto y así surgió su culto sabiendo que a la injusticia Dios la puede cambiar en justicia y puede transformar el mal en bien. Como Cristo en la cruz, todo esto no es que la gente lo razona y lo sabe, simplemente lo vive.
La otra arista
El «Gauchito Gil» y «San la muerte» son dos de los personajes más «venerados» por los ladrones para conseguir que los robos que van a cometer sean exitosos y la Policía no los atrape, según indicaron fuentes policiales.
El «Gauchito Gil» era un hombre llamado Antonio Mamerto Gil Núñez que vivió en el 1800 en la provincia de Corrientes.
La leyenda cuenta que al Gauchito se ganó la enemistad de un comisario porque ambos deseaban a la misma mujer, y pasó a vivir prófugo. Para mantenerse, el prófugo formó una banda de ladrones que robaba principalmente ganado y el botín siempre lo repartía entre los pobres.
La historia del «Gauchito Gil» terminó cuando fue detenido y degollado por las autoridades. Una alta fuente policial consultada señaló que desde entonces los delincuentes veneran al «Gauchito Gil» por su condición de ladrón, prófugo y enfrentado a la Policía. »Los ladrones veneran al Gauchito, le ponen velas antes y después de los robos para asegurarse el éxito y no ser detenidos», agregó el vocero consultado por la prensa.
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