06/07/2001
En el nombre de la represión
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El ex capitán de navío Alfredo Astiz deberá comparecer ante la Justicia italiana por el secuestro y desaparición de Angela Aietta madre de Dante Gullo. Simultáneamente un grupo operativo rapta a Graciela Ojeda (esposa de Gullo) en Colón.
En la historia de la familia Gullo existen capítulos dramáticos y heridas que todavía no han cerrado. Juan Carlos Dante Gullo fue Secretario General de la Juventud Peronista. En l975 fue detenido por su actividad política.
El ex capitán de navío Alfredo Astiz se relaciona con parte de esta crónica siniestra. El 5 de agosto de l976, un comando supuestamente de la Armada Argentina raptó a Angela Aietta, madre de Dante Gullo. La mujer de 55 años era de nacionalidad italiana y había llegado al país en l931.
En setiembre de l976 la mujer fue vista por una testigo detenida en la Escuela de Mecánica de la Armada.
Según los testimonios que obrarían en poder de la Justicia italiana a finales de setiembre o comienzos de octubre Angela Aietta fue sacada de la Escuela de Mecánica y jamás se supo su destino final. Los investigadores del caso apuntan como responsable de los operativos a Alfredo Astiz.
La esposa
En agosto de 1976 un comando raptó en Colón a Graciela Ojeda esposa de Dante Gullo. En este sentido, varios vehículos no identificados, entre ellos una camioneta Ford F 100, llegan a una quinta de la periferia de Colón, situada en la extensión de Boulevard 50, detrás de las vías y en dirección al Almacén Lusi. El ruido de los motores y las frenadas pusieron en alerta a las pocas personas que habitaban el vecindario. Graciela Ojeda corrió una de las cortinas floreadas y miró a través de la ventana, el pánico se reflejo de inmediato en su cara; estremecida, se apuró a proteger a sus tres hijos, Juan Ernesto de 5 años; Emiliano de 3 años y Carlos de 1 año.
Más de 12 hombres vestidos de civil y armados hasta los dientes, rodearon la casa, varios de ellos irrumpieron en la vivienda destrozando la puerta principal. En la cocina reducen a Graciela que solo atina a gritar.
Un encapuchado golpea en la cara a Alberto Nicolás Ojeda, padre de la mujer que había intentado defenderla y proceden a atarles las manos con una gruesa soga. La mujer les señala que su padre es un hombre enfermo y que hacia pocos días había tenido un ataque de presión. Los secuestradores lo llevan a una habitación y le dejan con sus tres nietos que lloran desconsola-damente. Los raptores revisan el lugar y encuentran en un cobertizo un Fiat 1600, lo requisan y se llevan una caja de herramientas que se encontraba en el baúl. El operativo termina con Graciela Ojeda en la caja de la Ford F100, encapuchada, atada de pies y manos y tapada con una vieja lona color verde. Casi una hora después un vecino libera al anciano y a sus nietos.
Puente 12
Graciela Ojeda viajó por largas horas acurrucada. El destino fijado fue el edificio de Coordinación Federal, donde luego de un corto interrogatorio es remitida al celebre “Puente 12”, ubicado en Autopista Richieri, camino a Ezeiza.
Graciela Ojeda en su cautiverio logra levantarse la capucha y identifica entre los detenidos a su cuñado “Poli” Gullo, que también había sido raptado ese mismo día en la Capital Federal.
Ambos son llevados a la sala de tortura y puestos en un elástico de acero tristemente denominado “parrilla”. Ambos son interpelados por largas horas con la picana eléctrica, interrogándolos sobre el paradero y actividad de familiares y amigos. Las sesiones se extienden y se hacen interminables.
Los torturadores ponían a ambos familiares en el mismo elástico y trataban de “quebrarlos” física y sicológicamente.
A los cinco días un carcelero le ordena a la prisionera trasladarse hasta los precarios baños. La mujer obedece, una voz con un tono un poco más amable, le ordena higienizarse y lavar sus prendas intimas. La detenida piensa que será ejecutada. Pero el guardia ordenó que regresara al calabozo.
Horas después, una guardia de civil, le ordena a Graciela Ojeda levantarse y caminar hacia una puerta. En el lugar la esta esperando un Ford Falcón ocupado por tres hombres vestidos de civil, le ordenan subir al asiento posterior junto a un individuo de mediana edad. Son minutos de incertidumbre. Graciela viaja encapuchada. Piensa que será el último viaje. El vehículo sube por la Autopista Richieri, y se dirige a la Capital Federal, al llegar a la avenida General Paz, su ocasional acompañante, le quita la capucha; el viaje continua hasta Avenida San Martín donde el conductor detiene la marcha.
El hombre que viaja en el asiento trasero baja del vehículo y ordena a la secuestrada hacer lo mismo. La toma del hombro con una mano, mientras que con la otra lleva la pistola tapada con un diario y apoyándola en la espalda de la mujer. En ese momento aparece un ómnibus de la empresa Chevallier con destino a Colón, el hombre le hace seña que se detenga, busca en el bolsillo un pasaje que entrega a la secuestrada. La puerta de la unidad de pasajero se abre y el hombre le dice cariñosamente: “chau hasta luego... después nos vemos”. Era la libertad, el regreso a su casa y el reencuentro con sus hijos.
Hipótesis
El rapto de la madre y la esposa de Dante Gullo revela la sincronización de los grupos operativos de distintas fuerzas que operaron en el país durante el proceso militar. Según nuestra hipótesis el rapto de Graciela Ojeda de Gullo podría haber sido realizado por la banda de Aníbal Gordon. Como se recordará para esa fecha el grupo alquilaba una casa en calle 47 y 13 y ya habían dejado atrás la “pantalla” legal por la cual se dedicaban a la compra y venta de plástico. Por otro lado, es conocido que dos años antes Aníbal Gordon, había comprado una Pik Up F-100, cero kilómetro color blanca. Similar a la que rapto a Graciela Ojeda.
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