16/02/2001
¿Cuento del tío?... Misteriosa historia en Colón
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Un colonense vivió un inusual hecho. La trama tiene una cifra millonaria de dinero, muchos desencuentros y una desaparición.
Los pueblos tienen extrañas e inverosímiles historias que a través de los años pasan de boca en boca. Entre ellas, se puede recordar al millonario Alfredo Fortabat, regalando un moderno vehículo de transporte, a un chofer de camión que paró a auxiliarlo en un descampado de una lejana y solitaria ruta del sur argentino. El excéntrico millonario Howard Hughes (según el anecdotario popular) dejó depositario de su millonaria herencia, a un trabajador que (rara paradoja) lo auxilio en medio del desierto, cuando vagaba exhausto y sin rumbo. Salvando las distancias, un colonense habría sido protagonista de una extraña historia digna de ser llevada al cine de suspenso.
La historia
Colón Doce a pesar de algunas barreras interpuestas y al miedo lógico del protagonista principal, pudo reconstruir la increíble historia. En la misma reservamos las identidades de las personas por razones obvias. La síntesis de lo vivido por nuestro convecino está concentrado en esta página.
Juan -así lo llamaremos- tiene alrededor de 45 años, casado y con hijos de corta edad. El domicilio es una pequeña casa del barrio Barracas. El cronista de Colón Doce llegó a la vivienda y conversó largamente sobre su actual situación. El entrevistado se preocupó por nuestra fuente de información "son tres personas los que conocen está información" argumentó.
El comienzo de la crónica señala que el almanaque colgado en el camión marcaba el martes 27 de julio de l999.
En un largo regreso de un viaje de trabajo, Juan transitaba por la localidad de Fontezuela. El frío comenzaba a sentirse y el camión parecía cortar el aire por la Ruta 8. El trabajador en su marcha hacia Colón (para bien o para mal) divisa a un pequeño hombre de unos treinta años haciendo dedo al costado de la cinta asfáltica. El camión se detiene y el presunto "mochilero" sube al vehículo. El colonense no sospechaba las futuras peripecias que comenzaría a vivir y que hasta el presente se extiende con un manto de incertidumbre y miedo.
El extranjero
El acento delataba el origen europeo del desconocido. La conversación amena deriva sobre las nacionalidades y el viajero señaló que es bosnio, además en un rapto de llamativa sinceridad señala "que el gobierno de su país lo había indemnizado, al perder a todos los miembros directos de su familia" y agregó" fue la maldita guerra". También relató que iba de viaje a Río Cuarto en busca de un amigo argentino miembro de los cascos azules y que conoció en medio de la guerra fratricida.
El viaje era necesario -explicó- debido a que necesitaba esa firma para retirar el dinero de la indemnización depositado en el Banco Central de Argentina. Por ese trámite, le pagaría al cordobés 100 mil dólares. En este punto -confesó- que había discrepancias y que "su amigo quería más dinero por prestar la firma". Además argumentó que " la segunda firma era necesaria porque no tenía dos años de residencia en el país y no había completado la documentación, por eso buscó un apoderado con nacionalidad Argentina". El colonense, en broma contestó "yo por menos plata, te prestó la firma". Esa afirmación, a Juan le costó decenas de noches de insomnio y que se extienden hasta el presente.
El arreglo
El bosnio antes de llegar a nuestra ciudad, ofreció 100 mil pesos a Juan para que le prestara su firma y fuera su apoderado. Los dos hombres " sellaron el pacto" y acordaron iniciar los trámites legales. Esa noche el extranjero durmió en la casa de Juan. En la cena le confesó que con el millón y medio de dólares le gustaría comprar un campo en Colón, Pergamino o Venado Tuerto. Además quería un escribano, para legalizar con el colonense la operación . Al día siguiente, marcho al centro y fotocopió los números de cuenta del Banco Central, y sus propios documentos y se los entregó al camionero. A su vez Juan, firmó los papeles y le entregó fotocopia de su Documento Nacional de Identidad. Lo inusual de la historia, es que el Bosnio requirió ir a un Banco Oficial de la zona y depositó a nombre de ambos, 100 mil dólares que traía en su escaso bagaje. El dinero de la cuenta bancaria todavía está a nombre de ambos y ninguno puede sacarlo sin la firma del restante.
Río Cuarto
El bosnio pocos días después, siguió su viaje a Río Cuarto, según sus dichos " iría a visitar a su amigo". Las semanas pasaron y un día el extranjero regresó muy apurado. Juan debía viajar a la Capital Federal para cobrar el millón y medio de dólares. El colonense alquiló un remis y ambos se fueron rumbo a la gran urbe. Al llegar a una confitería céntrica , sería "Rond Point, ubicada sobre avenida Figueroa Alcorta, lo esperaba un tercer individuo. El bosnio llamó al Banco desde un teléfono público y señaló que el dinero estaba depositado, le pidió a Juan que le prestará trescientos pesos para los trámites de sellados.
. Luego, los dos desconocidos se fueron y pidieron que el colonense los esperará. Las horas pasaron y nunca regresaron. El colonense nunca supo que pasó con los extranjeros en ese lapso. Poco después, regresó a Colón y comenzó una pequeña odisea que alcanza casi a los dos años.
El dinero
Juan sigue esperando. En su mente piensa que el bosnio pudo ser un "guerrillero" o un "delincuente común". Además se pregunta "por origen del dinero que depositaron y que esta inmovilizado al faltar una firma". Por estos días comenzó la búsqueda de la persona desaparecida por diversos canales e incluso dice que lo hace por "intermedio de la embajada". También Juan explicó " realice una aclaración judicial para desligarme del origen de esos 100 mil pesos que todavía siguen depositados". La mayor incógnita de nuestro convecino es el destino de las fotocopias de sus documentos de identidad y las firmas que realizó como apoderado y que fueron entregados al extranjero. La historia espera un final. Mientras tanto las preguntas carcomen a Juan ¿Qué pasó con ese hombre joven? ¿Lo mataron? ¿Porqué desapareció dejando tanto dinero depositado en una cuenta bancaria?. ¿Quién era y de donde venia?. La historia tiene un final abierto que el colonense por estos días trata de develar.
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