29/12/2000      * Nota de archivo: 07/01/00 *

Un ex colonense jerarquiza el deporte de reyes: el turf

. Con nostalgia recuerda cuando era la caballeriza más importante del país. En el presente trabaja en la estancia "El tigrecito" de Entre Ríos. En el reportaje cuenta secretos del popular deporte.

La nota fue publicada en "El Ciudadano" de Rosario y firmada por nuestra colaboradora Cynthia Calvigioni, reflejando la sección denominada "Recorriendo la Pampa Gringa".
Es una mañana ventosa. En la estancia "El Tigrecito" la gente ha madrugado para cumplir con sus actividades diarias. El sol va naciendo tras el horizonte. Y el campo va cobrando vida para un nuevo día de trabajo.
Al recorrer el lugar llama la atención un par de caballos pura sangre que se encuentran descansando bajo un árbol. "Son un orgullo para el establecimiento" cuentan los ingenieros que conocen del tema.
Guillermo Maldonado, con la cordialidad que caracteriza a la gente que vive en el campo, nos invita a sentarnos en la galería de su casa, en medio de una variedad de flores que le imprimen un color de calidez al lugar.
Maldonado cuenta que desde hace un año y medio vive en el establecimiento. El trabajo que aquí realiza lo comenzó hace 35 años. No lo aprendió en ninguna escuela, lo educó la universidad de la experiencia a través de la práctica. "Hago la vigilancia de los caballos, les doy de comer, limpio los boxes, las camas. Me dedico a los nacimientos y al servicio de las yeguas, o sea a la producción y ahí se va encadenando todo".
Y es como un encadenamiento la forma en que fueron presentándose los sucesos que conforman su vida. Según sus propias palabras fue "dando vueltas, como quien dice", pero siempre en un mismo lugar : el campo. Ahora lo que parece soplar es el viento de los recuerdos, que lo lleva en su viaje a la infancia "yo vivía en Córdoba, en un pueblo cerca de Río Cuarto que se llama Vicuña Maquena. Mis papás trabajaban en una cabaña con caballos para la remonta, que son mestizos de carrera".
En ese pueblito creció y tuvo sus primeros amigos. "Hice la escuela primaria y después el comercial. Cuando terminé seguí estudiando durante dos años contabilidad superior en la academia de "Selección Contable".

  • Haras "El Pelado"
    Pero las vueltas de la vida lo llevaron en busca de caminos que lo acercaron al horizonte. Fue así como emigró a la provincia de Buenos Aires, a un haras ubicada en una pequeña ciudad llamada Colón, que se pierde en los límites entre Santa Fe y Buenos Aires, "Llegué hasta El Pelado gracias a un amigo. El viajó primero y les hacía falta un ayudante".
    El relato de Maldonado parece recrear el contexto de la época "en esos años El Pelado manejaba mucho personal, la cabaña era importantísima, fue una de las primeras dentro de su rubro, y no es para menos; llegó a haber 750 caballos de carrera". Allí empezó trabajando en el escritorio "A los dos meses me sacaron para trabajar con los caballos, porque la inclinación mía era estar afuera. Ahí aprendí mucho ya que el encargado conocía muy bien a estos animales".
    Conocer los secretos de la profesión elegida era el nuevo desafío. Y Maldonado sabía que la única forma de conseguirlo era trabajando "hay que "mamarlo al oficio", es una cosa que uno tiene mucho que aprender y nunca termina. El caballo es como una criatura. El no te va a decir "me duele el estómago", entonces es medio como una adivinanza y solo a través de la experiencia se consigue".
    Con el correr del tiempo, con mucho esfuerzo y dedicación, llegó a ser segundo encargado del haras. Habían pasado 10 años de su vida en ese lugar.

  • La vida sigue
    Nuevamente el destino lo llevaría a otro territorio en busca de un futuro mejor. "Me salió un trabajo en Entre Ríos, en un haras que está sobre la Ruta 18, a 27 kilómetros de Paraná. Era también como encargado. Pero ya de todo, agricultura, ganadería y caballos de carrera".
    Así comienza a contar acerca de las experiencias en esta actividad "he cuidado caballos árabes, tienen mucho aguante pero no tienen la velocidad del caballo de carrera. Son animales para la vista, para exposiciones. Compiten en Palermo pero muy esporádicamente. Los caballos árabes, uno los pone en una carrera de 4000 metros y llegan como si nada fuera, pero tarde".
    Sus preferidos son los caballos de carrera "antiguamente, hace muchos años atrás, alrededor de 25 ó 30 años, se corría el Pueyrredón de 4000 metros con caballos de carrera. Después se fue acortando. El caballo es más comercial en carreras cortas, 1800 metros es lo máximo. Ese es el caballo ideal porque tiene muchas carreras y puede andar bien".
    En cuanto a la rentabilidad que produce la actividad, opina que "no es redituable criar caballos y más en las épocas que se están viviendo, ya que un caballo cuesta mucho. Ahora están esos fenómenos, que se da con un padrino o con yeguas madres, los llamados " cracks". Si estos animales ganan 5 ó 6 clásicos, se puede dar entonces como ese caballo que se vendió en 18 millones de pesos.
    Ahí sí. Uno de esos y pasás al frente".
    Maldonado hace una pausa y se interna nuevamente en la carrera de la vida "el campo y los caballos son mi medio de vida. Por suerte a mi señora también le gusta" y agrega "hace 41 años que estoy casado.
    Ella también es del campo y vivía con sus padres. La conocí en esos famosos bailes de pueblo". De esa unión nacieron dos hijas. Con mucho orgullo Maldonado comenta "ellas viven en la ciudad, una es profesora de Inglés y la mayor estudió Administración de empresas".
    El relato de este hombre permite ver que las vueltas y los caminos pudieron haber sido muchos, pero siempre guiados por un sentimiento que marcó su vida: "mi pasión son los caballos, es mucho trabajo, pero es lo que me gusta".



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