10/03/2000
Droga:
se agrava la problemática.
En
nuestra ciudad no existen estadísticas oficiales. La
percepción que se palpa en diversos círculos señala que el
problema se agrava. Los propios jóvenes están preocupados y lo
comentan en voz baja. No existe grupos de amigos
(adolescentes y jóvenes) donde uno o varios no hayan comenzado
este camino sin retorno. La cruda realidad no respeta
estractos sociales. La marihuana y la cocaína estan presente
en diversos ámbitos y cada día cobra más víctimas. En
territorio bonaerense cerca de 10 mil nuevos adictos
ingresaron durante el transcurso de l999 a los centros
terapéuticos públicos dependientes de la Secretaria de
Prevención de las Adicciones. El dato fue suministrado a
partir de un relevamiento efectuado sobre 220 servicios
asistenciales públicos. Lo más preocupante es que la edad
promedio de los chicos que buscan esta ayuda es de 16 años. Un
dato dramatico que indica una disminución en la edad de
ingreso al mundo de los estupefacientes. Por su parte, el
propio Ministerio del Interior a cargo de Federico Storani
tendría estadísticas más alarmantes. En el último año los
adictos en todo el país crecieron del 1.9 por ciento a casi el
tres por ciento. Estos números nos indica que de cada cien
argentinos, tres estarían relacionado con los
estupefacientes. La problemática incide además en los
niveles de violencia y seguridad. Para muchos el proceso de
"colombialización"comenzó y es hora (mientras se pueda)de
ponerle límites. En nuestra ciudad todo comenzó con fuerza
en los finales de la década de los setenta cuando un grupo de
jóvenes se reunía en casaquintas para fumar marihuana. El
paso a la Cocaína fue muy rápido. Algunos de aquellos jóvenes
trataron de "salir"años después de las adicciones y debieron
de luchar muy duramente. Algunos lo lograron otros siguen en
el Ïnfierno tan temido". Otros datos son reveladores, según
información que poseemos hubo un grupo reducido que habría
viajado a Brasil y adquirieron en ese país algunas pastillas
de la droga síntetica llamada "extasis" e introducidas a Colón
para consumo de unos pocos. También otros grupos habrían
incursionada en drogas más "pesadas" provenientes de otros
países. Estos son datos dispersos e imposible de
cauntificar. Lo cierto que a mediados de la década del ochenta
el padre Denis Fitzpatrick con muy buena información decia que
la cantidad de adictos en Colón llegaban a casi 300. ¿ En el
presente a cuanto llegó ese número?. Las estadísticas
nacionales y provinciales causan preocupación Pero... ¿ Como
andaremos en Colón?. Las versiones que parten de la calle son
alarmistas. Colón no es un compartimiento estanco. Las
generalidades del país también nos impactan. Siendo optimistas
y tomando la tercera parte de la porción estadística que
existe a nivel país, estaríamos en el 2 por ciento del total
de nuestra población que tendría problemas con la adicción de
las drogas. Llevados a un número sobre la totalidad de los
habitantes de nuestra ciudad llegaríamos a una cantidad
cercana a las 500 personas. Si trasladamos esta estadística
a la población de los distinto niveles educacionales el número
llega a los 80 chicos, hipoteticamente con problemas de
adicciones. Aunque creemos que la cifra puede ser escasa. El
motivo es simple: la mayor concentración de problemas
adictivos se encuentra en la franja juvenil. Por lo que este
número podría quedar minimizado. Los números preocupan,
pero existe otra arista a esta problemática. El económico. Una
investigación de Colón Doce determinó que un cigarrillo de
marihuana oscila en un precio -según el cliente- que va desde
3 a 5 pesos. Mientras que la cocaina según tambien el
comprador (profesión, pureza, etc) oscila entre 10 y 20
pesos. En este sentido tomando un consumo mínimo se podría
comercializar entonces 1000 cigarrillos de marihuana por
semana (dos por consumidor) y un mínimo de más de ½ kg de
cocaina. Todo el paquete nos hace pensar que en nuestra ciudad
tomando un precio promedio se comercializa entre 10 y 16 mil
pesos por semana de estupefacientes. Un redituable negocio
para los que la trafican. La calle dice nombres de posibles
comercializantes. Hasta indica la forma que la realizan en los
lugares de expansión nocturna. Describen casos de que entran
con una carterita bajo el brazo y que muchos jóvenes se apiñan
a su alrededor para comprar. También el rumor marca
"vendedores" importantes. La pregunta es ¿para las fuerzas de
seguridad es tan díficil realizar el mapa de ventas en una
ciudad tan reducida como Colón? y de una vez por todas porque
no pegar un "golpe ejemplificador".
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